Jesús es sin duda el personaje más relevante de la historia. Su vida, pero sobre todo su mensaje perduran por siglos en nuestros corazones. Su mensaje es absolutamente revolucionario, y aunque pasados más de dos milenios, está más vivo y vigente que nunca.
Todo lo que rodea a su figura es controvertido a la vez que extraordinario. Muchos han intentado desvirtuar su auténtico mensaje, haciendo uso de toda suerte de estrategias manipuladoras. La iglesia católica especialmente ha manipulado y malinterpretado el verdadero mensaje y la figura del Maestro.
Existen muchos pasajes del mensaje de Jesús que fueron inexplicablemente rechazados como textos apócrifos en los primeros concilios cristianos del imperio romano allá por el siglo IV.
Desde luego que el verdadero mensaje de Jesús, su obra y su legado perviven en el inconsciente colectivo con un torrente vibratorio sin igual. Es importante que busquemos al verdadero Jesús a través de la meditación, ahondando en lo más profundo de nuestro espíritu. Y será ahí donde sus potentes vibraciones nos inunden con su abrazo de compasión y amor.
Jesús es un avatar o encarnación divina, pero entiéndaseme bien, no se trata de un dios al que debamos temer o al que debamos someternos. Nada más alejado de la realidad, Jesús es como nosotros, es un espíritu, es nuestro hermano. La diferencia entre él y nosotros estriba en su inmenso nivel vibratorio. Es sin duda nuestro hermano mayor, y como tal se comporta.
Como ya hemos tratado anteriormente la Creación es cíclica, de manera que el primero y el último van de la mano. Así Jesús dice...
"Yo Soy el alfa y el omega, el principio y el fin, el primero y el último"
Por esto Jesús es el ser más elevado, pero al mismo tiempo se encuentra con el menos evolucionado para cerrar el círculo. Sólo Jesús hace gala de tamaña humildad para descender a la altura del más pequeño espiritualmente. Toda la Creación se sustenta en el amor, luego no podría ser de otra manera. Debemos siempre tener a Jesús como alguien próximo, cercano y totalmente accesible para todos sus hermanos.
Como vimos en un artículo anterior donde tratamos el perdón como única vía de escape para la ascensión espiritual, por esto Jesús es la piedra angular, es la puerta estrecha que conduce al Reino de los cielos...
"Yo Soy la puerta estrecha,...esforzaos por entrar por la puerta angosta, porque os digo que muchos intentarán entrar y no podrán... De cierto os digo que Yo Soy la puerta de las ovejas,... Yo Soy la puerta; el que por mí entrare será salvo, y entrará y saldrá, y hallará pastos..."
Como vemos en estas palabras el Reino de los
cielos, que supone la ascensión del espíritu trascendiendo la carne sólo es accesible a través suyo. Es decir, debemos rendirnos al perdón y la misericordia. Sólo así seremos salvos con la libertad del espíritu imperecedero.
Además, nuestro sistema sutil tiene presente esta energía de Jesús en el sexto
chakra. Este vórtice energético se sitúa, como ya hemos visto, a la altura de nuestro entrecejo, y en este punto se produce el cruce de
los canales de energía derechos e izquierdo (energías del ying y el yang), así como
del camino medio.
Con el reconocimiento de Jesús, de manera que su mensaje de perdón y misericordia entre a formar parte de nuestra esencia, se produce una activación de este
chakra permitiendo el paso de la energía
kundalini hacia el séptimo
chakra que son los cielos de la iluminación espiritual.
Esta es la puerta estrecha de la que habló Jesús, siendo él mismo la puerta por la que muchos intentan pasar y sólo unos pocos consiguen. Tan solo si perdonamos podremos aspirar a escapar de la rueda de la reencarnación.
Toda su vida es una enseñanza continua que no deja de sorprenderme por su profundidad. Así, nos dice el Maestro...
"...El que esté libre de pecados que arroje la primera piedra...¿dónde están ahora tus acusadores?...Ve y no peques más..."
En este pasaje Jesús desarma absolutamente a todos los que intentaban apedrear por adúltera a una mujer, porque desde luego que entre nosotros no hay uno sólo que no tenga
karmas que saldar. Sólo un maestro ascendido que descienda a la carne por designios del Padre está libre de
karmas; o un iluminado, es decir, un encarnado que haya alcanzado la dicha de trascender la carne por iluminación de su espíritu.
Así se dirige a la mujer estableciendo en ella el sentido del perdón, es decir, debe perdonarse por sus errores sin cometerlos de nuevo. De esta manera trasciende el
karma contraído por tales faltas.
Sigamos ahondando en la palabra de Jesús...
"...Yo me voy y ustedes me buscarán y morirán en sus pecados...A donde yo voy, ustedes no pueden ir...Ustedes son de aquí abajo, yo soy de lo alto...Ustedes son de este mundo y yo no soy de este mundo...porque si no creen que Yo Soy, morirán en sus pecados...Les aseguro que el que peca es esclavo del pecado. El esclavo no permanece para siempre en la casa; el hijo, en cambio, permanece para siempre..."
Aquí el Maestro de nuevo apela a que sólo si perdonas serás capar de escapar al karma (conjunto de deudas o pecados), y de esta manera ascender a lo alto. Nos deja claro que su naturaleza espiritual no obedece al margen vibratorio de este plano carnal, y que la única vía para seguirle lejos de este mundo escapando a la reencarnación es reconociendo en nosotros "Yo Soy", es decir, nuestra verdadera Realidad.
Por otro lado, Jesús nos dice que toda causa genera un efecto o karma, luego siempre seremos esclavos del pecado. Además, no permanecemos para siempre en un cuerpo carnal, mas él si que lo hace para siempre porque ya ha trascendido la carne.
"...Yo Soy el buen pastor, y mis ovejas me conocen a mí y doy mi vida por mis ovejas...Tengo, además, otras ovejas que no son de este corral y a las que debo también conducir; ellas oirán mi voz, y así habrá un solo rebaño y un solo pastor...".
Jesús hace referencia a que debe conducirnos como hermano mayor hacia las alturas de su reino, pero para ello debe dar su vida carnal para que las vibraciones del perdón y la misericordia se establezcan en este mundo para siempre. Al mismo tiempo deja claro que el ganado de este mundo no es el único que debe guiar. Existen otros mundos donde es posible reencarnar para nuestra evolución, donde él sigue siendo el espíritu guía más elevado.
"...El Padre me ama porque doy mi vida para recobrarla. Nadie me la quita, sino que la doy por mí mismo. Tengo el poder de darla y de recobrarla...".
Por amor que desciende entre nosotros tomando carne humana, y que la entrega por voluntad propia, puesto que es todopoderoso en la Luz. Aún entregando su vida, es capaz de resucitar de entre los muertos manifestando todo el poder de Yo Soy.
Otro hecho relevante a tener en cuenta son las bienaventuranzas...
"Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán hartos.
Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Bienaventurados los que sufren persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, alegraos porque vuestro galardón es grande en los cielos".
A mi modesto entender, en este caso sobran las explicaciones. No se puede decir tanto con tan poco. Son palabras de Luz con mayúsculas que merecen de una profunda reflexión.
"...Y yo os digo, amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y persiguen....Porque si amáis a los que os aman, ¿que mérito tendríais?..."
Jesús va más allá, traspasa el "ojo por ojo y diente por diente", y sigue estableciendo el perdón y la misericordia como moneda de cambio para aspirar a metas más elevadas en lo que al espíritu se refiere. Debemos perdonar siempre sin condiciones si queremos ascender.
"...No juzguéis para que no seáis juzgados, porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido...¿y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo?...¡hipócrita!, saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano...".
Jesús nos alecciona de manera que no debemos juzgar bajo ninguna circunstancia a nuestros hermanos por sus actos. Cada uno es dueño y responsable de los mísmos, de tal forma que primero miremos hacia adentro haciendo un ejercicio de introspección para analizar nuestros propios errores. Sólo de esta manera podremos luego aconsejar a nuestros hermanos, que no juzgarlos.
"...La lámpara del cuerpo es el ojo, así que, si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará lleno de luz, pero si tu ojo es maligno, todo tu cuerpo estará en tinieblas...".
Se desprende de estas palabras que a través de los ojos recibimos distintos estímulos que en caso de ser degradantes, contaminan nuestro espíritu. Por tanto, es importante hacia donde dirigimos la atención. Ya no sólo por lo que recibimos de nuestros ojos, sino por el resto de nuestros sentidos físicos. Allá donde esté nuestra atención, ahí estaremos nosotros.
"...Padre perdónalos porque no saben lo que hacen...".
Mucho más podríamos profundizar en el maestro Jesús, pero sin duda todo queda resumido con esta frase. A través de ella pone de manifiesto toda la misericordia del Creador, que es derramada sobre todos nosotros a través de su entrega incondicional. El momento de su óbito supone un punto de inflexión a nivel vibratorio, estableciendo el camino que nos permita salvarnos de la rueda de la reencarnación y ascender así a los cielos del entendimiento espiritual.
Jesús es el Cristo, la manifestación del amor de nuestro Padre. Su mensaje es el legado más excelso que haya sido dado al hombre. Llenémonos de él.