- HISTORIA DE MARTÍN DE PORRES O FRAY ESCOBA.
Probablemente la mayoría de ustedes conozcan más o menos la historia de este monje que vivió y murió en Perú en el siglo XVI. Su vida fue dura, ya que como hijo bastardo de un caballero adscrito a una orden militar no pudo reconocerlo por tener que mantener el celibato. Por otro lado su madre era una negra liberta procedente de Panamá. Junto a su madre y hermana atravesó todo tipo de penurias, hasta que finalmente terminó en un convento de clausura dominico, no sin tener enormes dificultades para ello, debido a que era mulato y bastardo.
Su perseverancia, a la vez que su enorme humildad, le hicieron superar todo tipo de contrariedades, ya que , en el convento realizó labores de criado durante muchos años antes de tomar los hábitos de monje. Su vida fue sin duda extraordinaria, dedicada en cuerpo y alma al servicio de los más necesitados: los enfermos, los negros e indios. Su abnegación para con éstos era manifiesta, así como la sencillez y humildad que mostraba en todas sus acciones, sobre todo, cuando siempre solía portar una escoba para limpiar las dependencias del monasterio.
Realizó todo tipo de prodigios milagrosos, con curaciones a enfermos y desahuciados, así como aparecer y desaparecer repentinamente, o bilocaciones de su cuerpo, es decir, estando presente al mismo tiempo en sitios muy distantes entre sí.
- MENSAJE DEL HERMANO MARTÍN DE PORRES.
"Amados hermanos míos..., amados hermanos..., estoy aquí para servirles en todo aquello que requieran. Permítanme que me ponga a sus pies para poder barrer las inmundicias que pudieran perturbarles. Yo, el más pequeño de entre mis hermanos, estoy aquí para brindarles mi consuelo. Consuelo que nos brinda, en todo momento, nuestro amado hermano Jesús.
Yo no soy digno de su presencia, pero sé que el nos ama a todos intensamente. Dejen que me ocupe de los retazos de oscuridad que pudieran afectarles. Sacudan sus cuerpos desde la cabeza hasta los pies y así, me pondré a la altura de los mismos para barrer lejos toda oscuridad.
Amados hermanos..., me tenéis a vuestro lado como apoyo. Os prometo amor y consuelo, pues mi corazón no me pertenece ya, Jesús me lo ha arrebatado para siempre. Vivo por amor a Jesús y de esta manera les transmito todo su amor y misericordia.
Todos debéis amaros, para que así Jesús se establezca en vuestros corazones. Su sola presencia, inspira misericordia para que todo vuestro ser se llene de ella. Yo Soy el más pequeño de entre los pequeños, sólo dejad que os sirva humildemente. Permitidme barrer el mal que os turba y desconsuela.
Mis deseos son los vuestros para con el espíritu, si miramos y no vemos...debemos ver para luego mirar. Dentro de todos tenemos la puerta que nos conduce a Jesús. Si la abrimos él vendrá a consolarnos, pero si la mantenemos cerrada, ¿quien nos guiaría?, ¿quien nos consolaría...?. Sólo concibo mi espíritu al servicio de mis hermanos, pues Jesús nos ama a todos, entonces ¿como no iba yo a amaros siendo yo tan poca cosa?.
Si amamos nos encontramos con Jesús, pues él es amor..., es la antorcha que ilumina nuestros caminos. Si consideráis su amor como parte vuestra, habréis permitido que todos aquellos que os rodean sean también partícipes indirectos de nuestro amado hermano.
Me siento pequeñito ante el gran amor que nos profesa Jesús, pero sé que todos alcanzaréis la dicha de su reconocimiento. Soy consciente de vuestros sufrimientos carnales y de todo aquello que os mantiene en vilo mentalmente, y por ello os pido encarecidamente que permitáis que tome mi humilde escoba para barrer todas las estancias de vuestro ser.
Si Jesús lo dispone, me tendréis a vuestro servicio siempre, porque no soy mío, ya no me pertenezco. Vivo en amor aún sin ser mío, sólo me queda la pequeñez para servirle, sirviendo a sus amados que sois todos vosotros.
Os amo, amados hermanos míos...".
Como podemos percibir, el hermano Matín se manifiesta como el más humilde entre los maestros ascendidos. Su espíritu goza de un amor inconmensurable que derrama sobre todos nosotros. Sólo disfruta trabajando con su escoba, que arrastra lejos de nosotros toda oscuridad que pudiera estar afectándonos.
Es importante que pongamos la atención en él, pues su elevación vibratoria nos ayudará a elevar las nuestras. Sacudamos todo nuestro cuerpo desde la cabeza hasta los pies, para que Martinito se ocupe de ello, como sólo él sabe.
Su humildad, inocencia y entrega incondicionales para con sus hermanos ha de servirnos de ejemplo en nuestras vidas. Pues son cualidades de la divinidad que de manera manifiesta y notoria alcanzan lo sublime en este hermano de Luz. Aunque sintiéndose pequeño por humildad, su espíritu está en las alturas de la consciencia espiritual. Así, las vibraciones del hermano Martín quedan reflejadas en estas palabras del Maestro Jesús:
"...Quien quiera ser el primero, sea el último de todos y el servidor de todos...."
"...Quien acoja a un niño como este en mi nombre me acoge a mí; y el que me acoge a mí no me acoge a mí, sino al que me ha enviado..."