Probablemente la mayor parte de ustedes se pregunte que mecanismos son los que determinan el grado evolutivo de cada espíritu. ¿En qué medida se produce la evolución?. ¿Podemos ascender trascendiendo la materia desde nuestro estado vibratorio actual?...
Para responderles vamos a hacer un breve repaso de los fundamentos de la Creación a este respecto.
Hemos visto que como resultado de nuestras acciones se producen una serie deudas o karmas. Estos pueden ser positivos o negativos dependiendo de la valoración de nuestras obras. Así mismo podemos ser deudores o adeudados en cuanto al karma generado.
De esta manera nos hallaremos sujetos a la resolución de estos karmas. Dicha resolución puede producirse en esta encarnación, lo que dependerá de los guías espirituales de las partes implicadas en el proceso, o en futuras encarnaciones, previo estudio de la hoja de ruta a establecer por ambas partes.
El karma se fundamenta en una ley universal, que es la ley de "causa y efecto". Todos nos hayamos sujetos a esta ley. Luego la manera de que nuestro espíritu alcance nuevas cotas vibratorias es bien simple, debemos actuar de acuerdo a la ley y obrar teniendo en cuenta las consecuencias de nuestros actos.
Si obramos en la Verdad, la cosecha será de igual tamaño que la obra, por el contrario si obramos en la desidia, la cosecha será oscura y tendremos que abonar la penitencia correspondiente.
Así, no podremos trascender la carne hasta que el karma quede saldado en los dos sentidos, es decir, como deudores y como adeudados. Y esto podría llevar muchas reencarnaciones, en las que iríamos quemando (saldando) estos karmas.
Ahora bien, el gran Maestro Jesús abrió una nueva puerta para que el ascenso pudiera trascender la rigidez de la ley. El maestro nos trae a este plano existencial un principio al que sólo podremos recurrir a través del reconocimiento interior de nuestro espíritu, y así elevarnos en consciencia.
Jesús propone que todo ser puede trascender el karma a través del perdón y el arrepentimiento. Recordemos una parte del Padre nuestro que nos legó Jesús como magna oración
"...perdona nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores..."
En este caso pedimos a nuestro Padre creador que perdone nuestros karmas, tanto como deudores como adeudados. Pero no caigamos en el error de pensar que nuestro Padre está lejos o distante, todo lo contratrio se halla en nuestro espíritu, cuyo reflejo es "Yo Soy el que Soy".
Lógicamente esto se debe hacer desde el corazón, meditando con la atención en el reconocimiento espiritual y apelando al perdón desde el arrepentimiento. No obstante el arrepentimiento no es sinónimo de que nos fustiguemos por los errores, sino que tengamos la fe de no volver a errar.
La culpa es una pesada carga que precisa del perdón de nuestro corazón. Lo pasado pasado es, así que perdonemos y perdonémonos para poder establecer nuestra atención en el presente, que es el tiempo del espíritu.
Por tanto, y respondiendo a la pregunta inicial de que si podemos ascender más allá de la carne, la respuesta sin duda alguna es ¡sí!. No existe ningún límite para la ascensión. Jesús nos abre la puerta a través del perdón y la misericordia para con otros y con nosotros mismos.
Muchos equivocan el sentido de las obras, y me explico, igual de atado está el que obra el bien que el que obra el mal, ya que tanto unos como otros estarán sujetos al efecto de sus obras. Ya que el que va sembrando bien, también recibirá en consecuencia el fruto de sus actos.
La única forma de escapar es renunciando al fruto de lo sembrado. Actuemos haciendo el bien, pero no esperemos premio alguno por lo realizado. Así todo maestro que se precie jamás esperará algo a cambio de sus enseñanzas o actos. Actúa sin actuar, obra sin obrar, y así escapa al efecto de las causas.
El maestro entonces vive en un presente continuo, y es consciente de la Realidad espiritual que subyace en la Creación. Sus obras llevarán el sello del perdón y las alturas del espíritu serán su morada.
Todos podemos trascender la carne desde esta existencia, al margen del estado vibracional en el que nos encontremos, porque para el espíritu nada es imposible. Obremos practicando el perdón, no guardemos sentimientos de rencor u odio, perdonemos cuanto antes estas deudas para que el karma no esclavice nuestro devenir.
Meditemos sobre esta cualidad tan elevada que es el perdón y la misericordia, y apropiémonos de ella desde el corazón para dar un gran salto evolutivo.
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Para responderles vamos a hacer un breve repaso de los fundamentos de la Creación a este respecto.
Hemos visto que como resultado de nuestras acciones se producen una serie deudas o karmas. Estos pueden ser positivos o negativos dependiendo de la valoración de nuestras obras. Así mismo podemos ser deudores o adeudados en cuanto al karma generado.
De esta manera nos hallaremos sujetos a la resolución de estos karmas. Dicha resolución puede producirse en esta encarnación, lo que dependerá de los guías espirituales de las partes implicadas en el proceso, o en futuras encarnaciones, previo estudio de la hoja de ruta a establecer por ambas partes.
El karma se fundamenta en una ley universal, que es la ley de "causa y efecto". Todos nos hayamos sujetos a esta ley. Luego la manera de que nuestro espíritu alcance nuevas cotas vibratorias es bien simple, debemos actuar de acuerdo a la ley y obrar teniendo en cuenta las consecuencias de nuestros actos.
Si obramos en la Verdad, la cosecha será de igual tamaño que la obra, por el contrario si obramos en la desidia, la cosecha será oscura y tendremos que abonar la penitencia correspondiente.
Así, no podremos trascender la carne hasta que el karma quede saldado en los dos sentidos, es decir, como deudores y como adeudados. Y esto podría llevar muchas reencarnaciones, en las que iríamos quemando (saldando) estos karmas.
- EL PERDÓN Y LA MISERICORDIA.
Ahora bien, el gran Maestro Jesús abrió una nueva puerta para que el ascenso pudiera trascender la rigidez de la ley. El maestro nos trae a este plano existencial un principio al que sólo podremos recurrir a través del reconocimiento interior de nuestro espíritu, y así elevarnos en consciencia.
Jesús propone que todo ser puede trascender el karma a través del perdón y el arrepentimiento. Recordemos una parte del Padre nuestro que nos legó Jesús como magna oración
"...perdona nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores..."
En este caso pedimos a nuestro Padre creador que perdone nuestros karmas, tanto como deudores como adeudados. Pero no caigamos en el error de pensar que nuestro Padre está lejos o distante, todo lo contratrio se halla en nuestro espíritu, cuyo reflejo es "Yo Soy el que Soy".
Lógicamente esto se debe hacer desde el corazón, meditando con la atención en el reconocimiento espiritual y apelando al perdón desde el arrepentimiento. No obstante el arrepentimiento no es sinónimo de que nos fustiguemos por los errores, sino que tengamos la fe de no volver a errar.
La culpa es una pesada carga que precisa del perdón de nuestro corazón. Lo pasado pasado es, así que perdonemos y perdonémonos para poder establecer nuestra atención en el presente, que es el tiempo del espíritu.
Por tanto, y respondiendo a la pregunta inicial de que si podemos ascender más allá de la carne, la respuesta sin duda alguna es ¡sí!. No existe ningún límite para la ascensión. Jesús nos abre la puerta a través del perdón y la misericordia para con otros y con nosotros mismos.
Muchos equivocan el sentido de las obras, y me explico, igual de atado está el que obra el bien que el que obra el mal, ya que tanto unos como otros estarán sujetos al efecto de sus obras. Ya que el que va sembrando bien, también recibirá en consecuencia el fruto de sus actos.
La única forma de escapar es renunciando al fruto de lo sembrado. Actuemos haciendo el bien, pero no esperemos premio alguno por lo realizado. Así todo maestro que se precie jamás esperará algo a cambio de sus enseñanzas o actos. Actúa sin actuar, obra sin obrar, y así escapa al efecto de las causas.
El maestro entonces vive en un presente continuo, y es consciente de la Realidad espiritual que subyace en la Creación. Sus obras llevarán el sello del perdón y las alturas del espíritu serán su morada.
Todos podemos trascender la carne desde esta existencia, al margen del estado vibracional en el que nos encontremos, porque para el espíritu nada es imposible. Obremos practicando el perdón, no guardemos sentimientos de rencor u odio, perdonemos cuanto antes estas deudas para que el karma no esclavice nuestro devenir.
Meditemos sobre esta cualidad tan elevada que es el perdón y la misericordia, y apropiémonos de ella desde el corazón para dar un gran salto evolutivo.