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viernes, 6 de enero de 2012

YO SOY EL QUE SOY


  Siguiendo con la línea argumental de mi anterior artículo, creo que es momento para hacer un recorrido por la línea existencial de todo espíritu.
  Lo que sí hemos de tener ya claramente asumido es que la muerte sólo existe a nivel físico y mental, es decir, sólo obedece a este plano material. Para el espíritu, la materia sirve únicamente como herramienta para adquirir conocimientos y experiencias, que redundarán en su crecimiento y evolución.
  Todo espíritu nace de una fuente primogenia, que se la puede llamar Dios, El Todo, Padre, Alá, Shiva...,pero que indefectiblemente se trata del conjunto de todos y cada uno de los espíritus que en sus distintos estadios de evolución se conjugan en Este.
  Con esto quiero decir que la creación es abosolutamente cíclica, donde principio y fin se encuentran. Donde el espíritu más elevado de la creación va de la mano del menos evolucionado.
  Como espíritus que somos encarnados puntualmente, hemos de aprender a reconocer en cada uno de aquellos que nos rodean, que compartimos una misma naturaleza, que nos hace hermanos. Sí, hermanos de espíritu, ya que compartimos un mismo origen o Padre creador. Pero hemos de abrir aún más nuestra óptica, dado que también somos hermanos de aquellos que en estos momentos carecen de carne que les sustente en este mundo. Me refiero a los espíritus desencarnados de toda la creación.
  Todo los espíritus, encarnados y desencarnados, comparten una misma naturaleza que nos hermana como iguales a los "ojos" de nuestro Creador. Pero al tiempo, este Creador se conforma de la conjugación de todos los espíritus de la misma creación. 
  ¿A qué conclusión nos conduce esto? Pues de que Todos somos Uno. Y el nombre que nos define a todos es YO SOY EL QUE SOY. Este es el nombre del Padre, pero que también lo es del Hijo. El reflejo del Padre brilla en todos sus hijos espíritus. Definitivamente este es nuestro nombre.
  Muchos se preguntarán del por qué del sufrimiento de unos y la alegría de otros en La Tierra, si todos somos hermanos. Pues bien eso tiene una clara respuesta si tenemos presente que todos nosotros, en mayor o menor medida, hemos pasado ya por innumerables existencias físicas, en las cuales hemos tenido los más diversos comportamientos, y de los que tras morir la carne, hacemos balance de estas vidas y junto a nuestros guías espirituales (de los que ya hablaremos más adelante) vemos cual ha de ser nuestro próximo paso.
  Si hemos tenido una vida donde hemos cumplido sobradamente todas nuestras expectativas iniciales, es decir, previas a nuestra encarnación, entonces el balance será positivo y ascenderemos. Nuestro espíritu habrá evolucionado y tomará partido en cosas más elevadas.
  Sin embargo, si el balance ha sido negativo, esto conllevará consecuencias en cuanto a nuestro devenir.
  Al conjunto de reacciones que se derivan de estas acciones se las denomina Karma. Por tanto, hemos de tomar como axioma que en la Creación toda acción conlleva una reacción o karma. Así el que el karma irá en la misma medida de nuestras acciones pretéritas.
  ¿Existe justicia en la Creación? ¿Tenemos un Padre justo?. Rotundamente sí. Cuando nacemos del Padre contamos con libre albedrío para tomar nuestras propias decisiones, pero sometidos al karma generado por las  acciones derivadas de tales decisiones. Luego si matamos una vida física de un espíritu, contraeremos un karma con éste. De manera que seguramente habrás de morir para que la deuda quede saldada.
  Por esto hemos de ver la justicia globalmente, y no sólo desde la óptica de una sola existencia física. Pues entonces desde luego que la justicia brillará por su ausencia. Pero afortunadamente para nosotros esto no obedece a la Realidad existencial de nuestro espíritu.
  Sobre La Tierra, es decir, encarnados hay un muy variado abanico de espíritus, unos más elevados que otros, pues como bien dijo Jesús "Los pobres siempre los tendréis entre vosotros", en clara alusión a los pobres de espíritu o lo que es lo mismo, los menos evolucionados. Pero toda la creación está perfectamente orquestada y sincronizada para que todas las acciones y karmas vayan confluyendo aún cuando contamos con libre albedrío para ir cambiando las mísmas. 
  Maravillosa es la Creación, como extraordinarios somos los que la conformamos. Nuestro Padre ha dispuesto un perfecto organigrama de perfección sin igual.
 Convivimos en La Tierra encarnados unos espíritus más elevados que otros, es decir, con más experiencia que otros, sí, por que no decirlo, con más recorrido. Donde los más elevados cuentan con conocimientos y nociones de la Realidad que serán de ayuda para aquellos que andan perdidos entre las tinieblas de la ignorancia.
  No hay un espíritu más importante que otro, pero sí los hay más elevados o experimentados. Y estos cuentan ya con más responsabilidad que aquellos que andan ciegos de conocimientos de la Realidad. El que conoce el camino ha de seguirlo, y en lo posible hacer que otros lo hagan igualmente.
  La reencarnación de todo espíritu es la fórmula para evolucionar y saldar deudas o karmas. Es la universidad del espíritu, donde vamos pasando cursos hasta que nos doctoremos.
¿Y cuando ocurre esto?. Cuando hayamos adquirido pleno reconocimiento de lo que somos, es decir de YO SOY EL QUE SOY, y nuestras deudas hayan quedado saldadas por completo.
  Es entonces cuando si nuestros guías espirituales tras la muerte de la carne resuelven que ya no es necesario volver a nacer en este plano existencial en La Tierra, puesto que hemos evolucionado todo lo que se esperaba de nosotros, que la rueda de las encarnaciones tocará a su fin. 
  Seremos espíritus ascendidos. Libres de la carne y de toda atadura emocional o mental. Esa es sin duda alguna la meta de nuestras existencias: la evolución y la ascensión.
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