¿Cómo saber si aquellos "maestros" a los que acudimos cuentan realmente con facultades espirituales?, ¿cómo reconocer a un farsante?, ¿debemos llevarnos por nuestro instinto o sólo por lo que vemos?. Estas y otras preguntas similares seguramente le vengan a usted a la cabeza en cuanto a la variada "oferta" espiritual que se puede encontrar en estos días.
Si usted me lo permite, y parafraseando al gran maestro Jesús, por el fruto se conoce al árbol. Así, si los actos de aquellos supuestos maestros son hermosos, entonces el maestro así lo será. Sin embargo, no se deje engañar, pues los actos han de ser hermosos a los ojos del espíritu, que no a los del físico, ya que estamos ávidos de satisfacer nuestros deseos mundanos, y para ello utilizamos el rigor de nuestros sentidos físicos. Aquí comienza el error, puesto que éstos nos pueden engañar, y de hecho a menudo lo hacen.
Vamos a distinguir distintos patrones en cuanto al actuar de estos "maestros" a los que acudimos:
El maestro virtuoso, sabio y excelso, obra siempre en una actitud de entrega, de manera que renuncia a la recompensa de sus actos, pues si así no fuera, su estatus evolutivo dejaría aún que desear, pues estaría sembrando bien, para recoger más adelante ese bien resultante de sus obras. Sin duda, sus obras serán hermosas, siempre desde el punto de vista espiritual. Y jamás le cobrará en modo alguno por las acciones derivadas del fluir de la energía espiritual a través suyo. Pues es absolutamente consciente de que es una puerta de paso para que el Padre actúe a través suyo. Así, no se atribuye la obra y, por tanto, tampoco el resultado de la misma.
Estos son los maestros a los que podremos rendirnos para que la sabiduría que brote a través de ellos nos reconforte y, en caso de necesitarlo, traiga la salud vibratoria a nuestro ser.
El maestro intermedio, con conocimientos espirituales, pero aún se halla sujeto al resultado de sus obras. Estos maestros aún no han podido renunciar al resultado de lo que obran, y por ello quedan sujetos a la reencarnación. Esperan bien por el bien que hacen. Sus trabajos, así como enseñanzas pueden manifestarse hermosos, pero siempre quedará una reminiscencia material que puede producir confusiones en cuanto a las vibraciones resultantes.
Estos maestros pujantes aún les queda un trecho por recorrer, pues el conocedor de la Verdad no puede atribuirse mérito alguno por lo que obre, y menos aún, esperar algo a cambio por ello. El trabajo del espíritu no puede ser pagado con moneda alguna. ¡Óigame bien, no pague nunca por un servicio espiritual, ni de sanación ni de aprendizaje!.
El aspirante a maestro, ajeno a la Verdad en mayor o menor medida, se vale de ciertos "conocimientos" espirituales para enriquecerse a costa de aquellos que buscan desesperadamente una solución a sus sufrimientos interiores y exteriores. De esta suerte, usted podrá encontrar a todo tipo de brujos, magos, pitonisas, quiromantes. ¡Le repito, no se deje embaucar por ellos!, pues por sus obras reconoceremos al maestro de verdad.
Estos últimos siempre le cobrarán por sus servicios, y así es, son sus trabajos, y no los del Padre Creador. Nuestro Padre actúa a través de los maestros de verdad, para brindarnos auxilio, así como conocimientos que nos encaucen en el camino del entendimiento espiritual.
No vaya usted a buscar los servicios de un brujo, mago o santero, pues un alto precio deberá pagar por ello, y no me refiero al aspecto material. Tenga presente que éstos actúan esclavizando la libertad de unos para que sus intereses queden satisfechos. Quizás, en su corta visión de la Realidad le parecerá quedar satisfecho, pero lo que usted no alcanza a ver es el karma que conlleva tal fechoría por parte del brujo y suya por solicitar tales servicios destructivos.
Permítame la licencia de ponerle sobre aviso, céntrese en el presente, y no busque pitonisas que le aventuren el futuro, pues este no ha ocurrido, y de usted depende en parte que se concrete en un sentido u otro. Pero lo que es más importante, para el espíritu sólo existe el presente, el pasado y el futuro son parte de la ilusión de este mundo, pongamos la atención donde realmente debe estar: en el aquí y ahora.
Puedo asegurarle que cuando usted conozca a un maestro de Verdad, su espíritu se congratulará por ello. Pero ante la duda, esté siempre atento para que no le engañen con burdas promesas ni aparentes prodigios. Utilice su intuición a través de una meditación para obtener la respuesta, y tenga presente siempre que:
"Las cosas de Dios ni se compran ni se venden"
Esta frase debe ser su premisa a fin de identificar al maestro más elevado al que recurrir. Recordemos las palabras de Jesús:
"Dadle al césar lo que es del césar y a Dios lo que es de Dios"
Al que trabaja en lo material, hemos de pagarle acorde a los servicios pactados en la tierra, sin embargo, los trabajos espirituales de Dios a través de un maestro, sólo podrán ser atribuidos a Dios mismo y no al intermediario. Lo que es de Dios es de Dios.
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