Pasan los días, los meses, los años, y sigo dando tumbos sin rumbo fijo. Estoy perdido, pido ayuda pero nadie me escucha. Miro a mi alrededor pero lo que veo no me satisface. ¿Por qué esta terrible desidia?. Me siento abatido, dolorido, pero sobre todo compungido. Trabajo cada día en profunda agonía, pues al llegar a casa y mirarme al espejo, me miro y veo a un extraño....¿quién soy?.
Se me escapa la vida, o eso parece, y sigo sin reconocerme como parte de algo. Tengo casa, tengo coche, tengo esposa, tengo hijos, tengo amigos...y dicen de mi que soy afortunado....y me pregunto ¿quién soy?. Sigo huérfano de satisfacciones y la plenitud que otros envidian en mi vida me es ajena por completo. Dicen que soy rico pero ¿por qué me siento pobre y fútil?.
Cada paso que doy ya me supone un agotador esfuerzo, y así caigo al suelo. Las fuerzas me son esquivas y quedo a merced de los elementos. Las lágrimas hacen acto de presencia y la zozobra del llanto me asalta... por último vez ¿quién soy?. ¿Qué me queda por hacer?. ¿Qué me queda por pensar?. Los pensamientos han sido mis únicos compañeros, mis paños para las lágrimas. Cuando todo me es y me fue esquivo ellos me aconsejaron; cuando pasaba noches sin dormir ellos me acompañaban para no sentirme solo...¡Basta!, ¡me rindo!.
¡No te quiero ni siquiera a ti como compañero!, me rindo porque ya no puedo más. Me ahogo en un mar de dudas y ya sólo me resta rendirme..., pues bien, así sea este mi último suspiro, me rindo sin condiciones y quien sabe si quizás perdiéndome acabe por encontrarme.
Estas palabras son palabras de un espíritu encarnado en estos días, pues todos vivimos vidas carnales sin tener consciencia de la Realidad del espíritu. Se trata de las vivencias de un espíritu ignorado por la poderosa y fascinante atención que despierta la materia en nosotros. Nuestro espíritu vive en agonía cada día que pasa sin que le prestemos atención. Renunciamos a él, que es lo que somos en Realidad, y de esta suerte nos miramos al espejo pero no nos reconocemos en Esencia.
El espíritu se ahoga en una esclavitud forzada por nuestra ignorancia, y el príncipe mental de este mundo sigue dándonos de comer su néctar de ilusión carnal. Los sentidos nos embriagan de placer y así vagamos sin rumbo, cual cometa que queda a merced de los vientos. Parece que vamos de aquí a allá, pero en Realidad estamos quietos, estancados en la frustación del espíritu que ha perdido sus alas para volar. Ese vuelo que nos devuelva la Libertad.
Y al final, sólo cuando la vida nos parece esquiva y/o insuficiente, dudamos de aquello que creímos cierto, es decir, los pensamientos. Es entonces cuando nos rebelamos contra su tiranía, y decidimos ignorar a este enconado "amigo" que nos acompañaba desde que tomamos carne. Se produce la rendición, la entrega...y...la luz entonces viene a nosotros para brindarnos auxilio.
Es en este mágico momento, que somos capaces de mirarnos al espejo del espíritu y reconocernos. Lo que la mente interpretaba era falso, nuestra cara, nuestra vida, todo es producto de la mente, una ilusión que debe acompañar a nuestro espíritu en su periplo evolutivo. Pero no somos esa ilusión, no podemos identificarnos con esa vida, con esa familia, pues no obedece a la Realidad. Y mientras así lo creamos nos sentiremos vacíos y la vida de los sentidos no logrará realizarnos en absoluto.
El despertar de los tiempos ha llegado, donde el hombre no será tal sino espíritu, donde los sentidos no serán tales sino percepciones, donde los pensamientos no serán tales sino ilusiones, donde la vida no será tal sino eternidad.
¡Seamos valientes y rindámonos!.
y ¿cómo lo consigo?
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