¿Qué es la enfermedad?, ¿qué la produce?, ¿por qué a mi?. Estas son preguntas que antes o después son planteadas por aquellos que pasan por el trance de la pérdida de salud. Ahora bien, ¿somos conscientes del por qué de estas dolencias?.
Bien, debemos tener presente que la enfermedad como tal no debe tenerse en consideración, pues se trata de un desajuste vibratorio en el conjunto energético del individuo, que en ocasiones puntuales puede derivar en una tendencia colectiva. Pero centrándonos en el individuo, el desajuste vibratorio puede ser consecuencia de distintos factores, y a distintos niveles de sutileza.
Hemos visto en artículos anteriores como funcionan las energías de cada individuo. Como existen 3 canales por los que circulan las energías, y los 7 chakras que hacen de puertas o filtros a distintos niveles de consciencia vibratoria. También profundizamos que el resultado del conglomerado personal de estas energías y de los distintos chakras conforman el aura o paquete energético de cada individuo.
Teniendo presente que somos energía en continuo movimiento e interaccionando, de manera más o menos directa, con aquellas que nos rodean, y no me refiero sólo a las procedentes de otros seres encarnados como nosotros, sino las de cualquier ser encarnado o desencarnado de éste u otros planos de consciencia. Todo es energía, y nosotros somos parte indivisible de este juego de intercambios vibratorios.
Bien, ya hecho este breve recordatorio, debemos centrarnos en cuales son las causas que provocan un desajuste en nuestro aura o paquete energético, y de ser así ¿a qué niveles de sutileza nos vemos afectados por este aparente mal?.
Tengamos presente que la meditación contemplativa es una herramienta esencial para el establecimiento de un equilibrio vibratorio que nos dote de un sistema sutil por donde las distintas energías que interactúen con nosotros puedan discurrir sin provocar un shock, más o menos importante.
Nuestros chakras son vórtices de energía que giran más o menos rápido para permitir el paso de las distintas vibraciones que pululan a nuestro alrededor. Así, si nuestros chakras se hayan en buen estado, estas energías apenas encontrarán resistencia en los mismos, con lo que seguirán de largo sin producirnos mayores problemas.
¿Pero qué ocurre si el chakra de un individuo gira lentamente debido al escaso trabajo cualitativo sobre este centro energético?. Indudablemente, seremos propensos a la enfermedad. Esto ocurre porque cada chakra controla a nivel físico una serie de órganos que están próximos a su radio de acción. De igual manera sucede a nivel mental o emocional, y más sutilmente en el plano espiritual.
Por esto la enfermedad no se puede entender simplemente como un desajuste físico, mental o emocional, pues si la tratamos a estos niveles a base de medicamentos u otros métodos alternativos, podríamos correr el riesgo de que se reprodujera porque la afección pudiera ser más profunda, y tener sus raíces en otros planos vibratorios de nuestro aura.
Por esto es importante que cada uno de ustedes profundice en la meditación contemplativa, para ir despertando en consciencia a otros niveles de la Realidad energética del ser. Cuando somos capaces de percibir los desajustes en nuestro aura, es entonces que podremos poner remedio según sea el nivel de afectación vibratoria.
Las enfermedades son producto de distintas causas. Pueden ser originadas por una afectación espiritual, lo que derivaría con el tiempo, y si no se pone remedio, en una afección física o mental, ya que se produce un espesamiento del flujo energético del sistema sutil. Por otra parte, podría ser debido a un problema mental o emocional, que igualmente puede afectar a cuerpo y/o espíritu. Y lo menos importante, es cuando la afección es física, ya que al ser la parte menos sutil del aura, es infrecuente que el daño alcance al espíritu, que no a la parte mental o emocional.
Existe una última causa, que en caso de padecerla, no hay otra manera que aceptarla. Se trata de los posibles karmas contraídos antaño, y que hemos de saldar para poder evolucionar y seguir nuestro camino ascendente. En este caso, y según la preparación espiritual del individuo, se padecerá esta enfermedad hasta que quede saldada la deuda o la transmutemos por el perdón y el reconocimiento. En algunos casos, nuestra vida carnal girará en la necesidad imperiosa de padecer una enfermedad sin posibilidad de modificar estos términos. Esto sucede cuando hemos tomado como línea maestra este padecimiento, pues así ha quedado determinado previa reencarnación por nuestra parte, de común acuerdo con nuestros guías espirituales.
Existen lógicamente en estos casos enfermedades, dolencias o taras con las que se suele nacer y que son de muy difícil solución, puesto que al sufrir este trance damos un paso fundamental en nuestra evolución.
Así mismo, existen enfermedades como el cáncer, donde se produce la muerte de las células, que deriva en el colapso de los órganos circundantes. Estos casos son, sin duda, el resultado de una afectación energética severa. Es decir, cuando el flujo vibratorio de nuestro sistema sutil se ve gravemente comprometido. Esto ocurre, casi siempre, cuando uno o varios de nuestros chakras cesan en su movimiento, lo que deriva en un enquistamiento de las energías en primer término, y posteriormente si no se permanece en este estado y no se pone remedio, en una fricción por el choque de las energías interactuantes. Finalmente esto produce un shock vibratorio en nuestro sistema sutil que se traslada a mente y físico.
En la inmensa mayoría de las ocasiones el cáncer es el resultado de un shock energético de nuestro sistema sutil. Es entonces, que nuestro espíritu demanda que interioricemos para contemplar la Realidad de la Creación. La meditación es, como ya dije y diré siempre, la herramienta que nos dotará de la necesaria amplitud de campo para ser conscientes de cuanto acontece en nosotros y alrededor nuestro. Pues no existe una marcada diferencia entre lo de afuera y lo de dentro. Somos un Todo Vibratorio.
Si es su caso, y padece una enfermedad, medite observando de manera contemplativa sin oponer resistencia a ella. Deje que ésta le muestre su fundamento, y de esta manera pueda usted entender el por qué y, sobre todo, el para qué de este trance. No tema, pues todo es energía, y sólo necesitamos integrarnos en su continuo fluir para ser capaces de interpretar, y en su caso, actuar para que cese el desequilibrio.
No vea la enfermedad como tal, pues no es así. La enfermedad no existe, sólo la ausencia de equilibrio vibratorio. Por esto tenga presente que todo es subsanable desde el conocimiento del discurrir espontáneo y natural de las vibraciones universales. Desde este punto de vista que se deriva de la contemplación, todo es susceptible del cambio, pues todo se transforma. Nada permanece inalterable en el tiempo.
¡Sí!, usted puede sanar, porque cuando gane en capacidad interpretativa de conjunto, entenderá que nunca estuvo realmente enfermo, sino desequilibrado vibratoriamente.