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viernes, 27 de enero de 2012

TRASCENDIENDO LA CARNE - EL PERDÓN Y LA MISERICORDIA.

   Probablemente la mayor parte de ustedes se pregunte que mecanismos son los que determinan el grado evolutivo de cada espíritu. ¿En qué medida se produce la evolución?. ¿Podemos ascender trascendiendo la materia desde nuestro estado vibratorio actual?...
   Para responderles vamos a hacer un breve repaso de los fundamentos de la Creación a este respecto.
Hemos visto que como resultado de nuestras acciones se producen una serie deudas o karmas. Estos pueden ser positivos o negativos dependiendo de la valoración de nuestras obras. Así mismo podemos ser deudores o adeudados en cuanto al karma generado.
   De esta manera nos hallaremos sujetos a la resolución de estos karmas. Dicha resolución puede producirse en esta encarnación, lo que dependerá de los guías espirituales de las partes implicadas en el proceso, o en futuras encarnaciones, previo estudio de la hoja de ruta a establecer por ambas partes.
   El karma se fundamenta en una ley universal, que es la ley de "causa y efecto". Todos nos hayamos sujetos a esta ley. Luego la manera de que nuestro espíritu alcance nuevas cotas vibratorias es bien simple, debemos actuar de acuerdo a la ley y obrar teniendo en cuenta las consecuencias de nuestros actos.
   Si obramos en la Verdad, la cosecha será de igual tamaño que la obra, por el contrario si obramos en la desidia, la cosecha será oscura y tendremos que abonar la penitencia correspondiente.
   Así, no podremos trascender la carne hasta que el karma quede saldado en los dos sentidos, es decir, como deudores y como adeudados. Y esto podría llevar muchas reencarnaciones, en las que iríamos quemando (saldando) estos karmas.

  • EL PERDÓN Y LA MISERICORDIA.

   Ahora bien, el gran Maestro Jesús abrió una nueva puerta para que el ascenso pudiera trascender la rigidez de la ley. El maestro nos trae a este plano existencial un principio al que sólo podremos recurrir a través del reconocimiento interior de nuestro espíritu, y así elevarnos en consciencia.
   Jesús propone que todo ser puede trascender el karma a través del perdón y el arrepentimiento. Recordemos una parte del Padre nuestro que nos legó Jesús como magna oración

"...perdona nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores..."


En este caso pedimos a nuestro Padre creador que perdone nuestros karmas, tanto como deudores como adeudados. Pero no caigamos en el error de pensar que nuestro Padre está lejos o distante, todo lo contratrio se halla en nuestro espíritu, cuyo reflejo es "Yo Soy el que Soy".
   Lógicamente esto se debe hacer desde el corazón, meditando con la atención en el reconocimiento espiritual y apelando al perdón desde el arrepentimiento. No obstante el arrepentimiento no es sinónimo de que nos fustiguemos por los errores, sino que tengamos la fe de no volver a errar.
   La culpa es una pesada carga que precisa del perdón de nuestro corazón. Lo pasado pasado es, así que perdonemos y perdonémonos para poder establecer nuestra atención en el presente, que es el tiempo del espíritu.
   Por tanto, y respondiendo a la pregunta inicial de que si podemos ascender más allá de la carne, la respuesta sin duda alguna es ¡sí!. No existe ningún límite para la ascensión. Jesús nos abre la puerta a través del perdón y la misericordia para con otros y con nosotros mismos.
   Muchos equivocan el sentido de las obras, y me explico, igual de atado está el que obra el bien que el que obra el mal, ya que tanto unos como otros estarán sujetos al efecto de sus obras. Ya que el que va sembrando bien, también recibirá en consecuencia el fruto de sus actos.
   La única forma de escapar es renunciando al fruto de lo sembrado. Actuemos haciendo el bien, pero no esperemos premio alguno por lo realizado. Así todo maestro que se precie jamás esperará algo a cambio de sus enseñanzas o actos. Actúa sin actuar, obra sin obrar, y así escapa al efecto de las causas.
   El maestro entonces vive en un presente continuo, y es consciente de la Realidad espiritual que subyace en la Creación. Sus obras llevarán el sello del perdón y las alturas del espíritu serán su morada.
   Todos podemos trascender la carne desde esta existencia, al margen del estado vibracional en el que nos encontremos, porque para el espíritu nada es imposible. Obremos practicando el perdón, no guardemos sentimientos de rencor u odio, perdonemos cuanto antes estas deudas para que el karma no esclavice nuestro devenir.
   Meditemos sobre esta cualidad tan elevada que es el perdón y la misericordia, y apropiémonos de ella desde el corazón para dar un gran salto evolutivo.
 

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sábado, 21 de enero de 2012

LA ORACIÓN Y LOS MANTRAS - EL PADRE NUESTRO, EL "OM".


  •    LA ORACIÓN Y EL MANTRA.
   Hemos visto anteriormente el poder de la palabra, como nuestros decretos verbales producen una energía que irradia hacia aquellos que va dirigida. De la misma manera y en diferentes culturas a lo largo de los tiempos se han establecido ciertas pautas de conformación verbal con un fin más profundo y místico.
   Así aparece la oración, que no es otra cosa que un decreto poderoso que eleva nuestras vibraciones produciendo nuevos estados de consciencia en nuestro ser.
   Es, desde luego, una herramienta fundamental para hacer que allí donde la energía vibracional patente sea de bajo calado, que las mísmas se eleven. Esto produce un  cambio significativo sobre estas energías frías y pesadas del lado oscuro.
   Existen establecidas según que cultura toda suerte de oraciones que han pasado de generación en generación hasta nuestros días. No les voy a indicar cuales son las más o menos indicadas, puesto que a medida que vayan despertando a través de la meditación a nuevos estados de consciencia, serán ustedes mismos quienes percibirán las correctas para la práctica. Es más, según que momento de sus vidas, irán cambiando la percepción sobre las mísmas. Siendo esto indicativo de nuestro ascenso vibracional espiritual.
   Desde luego que la oración es alimento para el espíritu, así como en mayor medida lo es la meditación. Importante es que la oración se practique en la soledad del alma, no es necesario acudir a ningún templo o lugar concreto. Sólo necesitamos ausentarnos en meditación y dirigirnos hacia el Creador que subyace en todo lo creado, especialmente en nuestro interior. Pidamos desde el corazón con fe y todo se dará.
   Como la oración produce un torrente importante de energía, la calidad así como el efecto producido dependerán única y exclusivamente de la fe del que la genere, salvo que haya sido fijada una hoja de ruta insalvable y establecida desde arriba.
   Las energías vibracionales producidas en la oración suelen asociarse a otras del mismo calado vibracional emitidas por otro foco, tomando mayor fuerza y contundencia. Luego cuanto más oremos con una finalidad pura mayor será el efecto vibracional de las mismas.
   Las oraciones en otras culturas orientales reciben el nombre de mantras. Pero lo importante no es el nombre con el que lo definamos, sino la acción mísma.
   Desde mi experiencia, les diré que cuando se generan automatismos en cuanto a la pronunciación de ciertas oraciones o mantras de alguna manera se desvirtúa su poder, y se pierde el sentido mismo de tales acciones.
Cuando emitamos una oración o mantra debemos tener plena consciencia de lo que estamos haciendo y del significado de ello. ¿Acaso no les ocurre a aquellos que las practican que ya lo hacen como un automatismo carente de sentido? ¿cuantas veces son conscientes realmente de aquello que pronuncian? ¿y aquellos que pronuncian mantras en lenguajes ininteligibles sin conocer qué energías están movilizando?:
   Estos tiempos demandan prácticas oratorias más profundas y con conocimiento de aquello que pronunciamos y de la energía resultante de las mismas. Dejemos ya a un lado los automatismos y oremos desde el corazón, y parafraseando al maestro Jesús, que lo que de la boca salga del corazón proceda.

  • EL PADRE NUESTRO.
   Aunque se que lo adecuado en cuanto a la práctica de la oración es no establecer ningún automatismo, he de decir que para aquellos que aún se sientan en la necesidad de hacerlo, existe una oración maestra por encima de las demás. Y es la oración que nos legó el Maestro Jesús para pedir desde lo más profundo de nuestro ser. Vamos a intentar desgranarla para que adquiera sentido y seamos conscientes de las palabras que pronunciamos y del poderoso decreto vibracional que representan.

   "Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre y venga a nosotros tu reino. Hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy y perdona nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores. No nos dejes caer en la tentación, mas líbranos del mal. Amén".


   Ahondemos por partes en su significado:

"Padre nuestro que estás en los cielos...". En este caso nos dirigimos al Padre Creador como "nuestro", de manera que ese decreto nos hermana a todos. Luego afirmamos que está presente en todos los distintos estadios o planos de evolución del ser, esto queda recogido al pronunciar "que estás en los cielos" (ver artículo de cielo e infierno).
"...santificado sea tu nombre...". Aquí nos rendimos ante la magnificencia de nuestro Creador, es decir, damos fe de su existencia.
"...y venga a nosotros tu reino...". Estamos pidiendo al Padre que traiga hasta nosotros las energías vibracionales más elevadas de la creación. Es decir, que establezca la Justicia, el Amor, la Comprensión, la Sabiduría, el Perdón...
"...Hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo...". Aquí acatamos una voluntad superior y nos rendimos a los avatares de la vida producto de nuestros karmas y aceptamos que todo está perfectamente orquestado por nuestro Padre.
"...El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy...". Decretamos que no nos falta el alimento tanto para nuestro cuerpo físico como para el espíritu.
"...y perdona nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores...". Esta es para mí la parte más importante de la oración, ya que pedimos perdón por nuestras acciones o karmas y al mismo tiempo perdonamos a todos aquellos que nos hayan hecho algún daño que hubiere generado un karma. Este decreto es puro amor de hermano con hermano.
"...No nos dejes caer en la tentación, más líbranos del mal...". Aquí nos dirigimos al Padre con la finalidad de que nos haga fuertes en la virtud, que nos dote de la fe necesaria para enfrentar las distintas vicisitudes que se nos presenten cada día sin desviarnos del camino medio de la moderación. Además pedimos que no nos abandone a nuestra suerte cuando seres oscuros produzcan afectaciones energéticas en nuestro sistema sutil.
"...Amén.". Esta palabra se corresponde con el idioma arameo que se hablaba en tiempos de Jesús en Judea, y significa "así sea". Por tanto estamos reafirmando todo lo anterior concluyendo con esta afirmación.

   ¿No les parece hermosa esta oración?. Desde luego que la mísma conjuga todo aquello que podamos pedir a nuestro Padre desde el reconocimiento de la Realidad que habita en nosotros y en todo lo creado.
No podía pronunciarse decreto más completo, pues en sí mismo rebosa sabiduría.

Om
  • OM.
   Por otro lado, y haciendo hincapié en los mantras orientales, existe uno que sobremanera se utiliza como iniciación a otros más complejos. Representa la elementalidad del espíritu y su pronunciación hace que todo nuestro ser vibre en consonancia con la Creación. Se trata del archiconocido "OM", donde su pronunciación sería tal que "Ommmmmmmmmmmmmmmmmmm....".
   Este mantra ha de realizarse cuando estemos en meditación y queramos identificarnos con nuestro espíritu. Inspiraremos profundamente y soltemos el aire mientras pronunciamos el mantra, el cual mantendremos hasta expirar completamente. Podemos realizarlo repetidamente, pero siempre tenindo la consciencia en que con él nos reconoceremos como espíritu.


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