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viernes, 3 de febrero de 2012

¿QUÉ SON LOS MILAGROS? - LA FE MOTOR DEL ESPÍRITU, LA VERDAD.

   La manifestación más hermosa, a la vez que poderosa, de la divinidad entre nosotros se produce con lo que denominamos milagros. ¿Pero qué es realmente un milagro?, ¿y por qué se producen?, ¿Cuál es el secreto que entrañan?.

   Bien, doy por sentado que todos conocen historias que refrendan tales hechos extraordinarios. Traigamos a la memoria aquellas alucinantes hazañas realizadas por personajes tan elevados como Martín de Porres, Buda, Krishna, Pedro, Juan, Pablo, Mahoma, entre otros. Pero el gran hacedor de milagros es sin duda el gran maestro Jesús.
 
   Extraordinarios son, y digo son que no fueron, porque estas hazañas fueron realizadas con la finalidad de que quedaran establecidas como faros, que iluminen la costa hacia la que debemos dirigir el navío de nuestro espíritu en los momentos en que se desaten las tempestades de nuestra mente, para que así no encallemos y naufraguemos en nuestra enconada búsqueda de la Verdad que nos libere.

  El Maestro Jesús fue capaz de sanar a los desahuciados, caminar sobre las aguas, tornar el agua en vino, multiplicar los panes, expulsar demonios, calmar las tempestades, pero por encima de todo, su capacidad para resucitar a los muertos.

   Obviamente, para la mente estos hechos obedecen a lo sobrenatural, y por tanto le son muy difíciles de asimilar. Sin embargo, el espíritu cuenta con una herramienta que aún sin haber sido testigo de tales hechos, le indica que los mísmos se produjeron. Esta herramienta es la fe, que no debe ser confundida con la voluntad mental de creer con ahínco en algo, lo que nos conducirá al error y en ocasiones a la fatalidad de cometer disparates, aún con el convencimiento de que obramos correctamente.

   La fe es la llamada del espíritu hacia valles frondosos en los que brillan la paz y la armonía. La fe no obedece a impulso físico alguno, es una poderosa energía espiritual que nos moviliza en el camino de la Verdad. El verdadero hombre de fe sabe cual es su camino, aún sin contar con pruebas palpables. Sigue ese camino con determinación, y sin saber por qué extraña razón, sigue adelante  aún cuando la duda mental le asalte.

   El príncipe de este mundo es la mente, y sus guerreros más fieros son los pensamientos que nos embargan en la duda. Desde que tomamos carne, nuestro espíritu vive subyugado y esclavizado por este despiadado monarca, que bajo ninguna circunstancia permite que ninguno de sus esclavos se libere de las cadenas que lo oprimen. Desde luego que este es un reino hecho a su medida. Es el ilusionista que nos introduce en un sueño que ha veces se torna en oscuras y delirantes pesadillas.

   Sin embargo, grandes y extraordinarios maestros ascendidos han descendido a este mundo para que nosotros, espíritus esclavizados por un despiadado monarca, nos levantemos en revuelta de Luz contra el tirano. Estos maestros son los revolucionarios que el desalmado príncipe ha intentado destruir, para acallar así a las multitudes espirituales que se habían rebelado contra su tiranía.

   El tirano mental ha sufrido ya, sin saberlo, una grieta entre sus filas, que permita  para siempre que unos pocos rebeldes reconocedores de la Verdad encuentren el camino de la libertad. Los milagros como tal no son otra cosa que concreciones energéticas realizadas por un conocedor de la Verdad. ¿Y se preguntarán que es la Verdad?. Pues bien, cuando un espíritu se ha elevado en consciencia escapando de los extremos energéticos que le oprimían, el silencio del espíritu se apodera de él conduciéndole a cotas donde las cualidades divinas le son reveladas para establecerse.

   Esto puede ocurrir en un segundo como en eones, la diferencia estriba únicamente en la fe. Así el más elevado entre los espíritus contará con una cota de fe mayor que el resto. Esta es la diferencia entre manifestar una concreción energética en mayor o menor medida. El milagro es producto de la fe, y en la medida en que la poseamos, seremos capaz de obrar.

   Toda la Creación es una concreción energética que toma diversas formas físicas, pero en el fondo es pura energía creadora. Para el espíritu que la reconoce desde una óptica mucho más amplia, se vale de la misma para su obra. La energía no es estática, es factible de ser transformada, de hecho toda la Creación se halla en continua transformación. Nada muere como tal, sólo se transforma.

   Para el maestro Jesús, el obrar un milagro no suponía ninguna dificultad, pues tan sólo transformaba o transmutaba las vibraciones energéticas para que la concreción derivada físicamente fuera de su agrado.
Él estableció que estos prodigios podríamos realizarlos nosotros si tuviéramos fe...

   "Si tuvierais fe, prodigios más grandes que éstos realizaríais...le diríais a aquella montaña, ve de aquí a allá y así lo haría..."


   Para obrar milagros o transmutación de las vibraciones hemos de escapar de los extremos de este mundo, así como amarrar la mente que nos turba y entorpece. La meditación contemplativa sigue siendo el camino más corto y directo hacia tal fin. El que se entrega y no espera recompensa alguna derivada de sus acciones se encuentra. Con el encuentro viene el reconocimiento. Con el reconocimiento surge la Cualidad. Con la Cualidad se alcanza la Verdad. Con la Verdad se propone la Sabiduría. Con la Sabiduría la fe se exacerba. Con la fe se moviliza la Creación...

 

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jueves, 5 de enero de 2012

MEDITACIÓN Y CONTEMPLACIÓN


   Para alcanzar la Realidad espiritual de la que hemos hablado anteriormente, es necesario que practiquemos la meditación y de manera más excelsa la contemplación.

   Muchas son las religiones, corrientes filosóficas y escuelas de yoga que promueven un sinfín de técnicas e indicaciones para meditar, en las que hay que someterse a todo tipo de ritos, dioses, maestros, y un largo etcétera.

   En mis experiencias he sacado en claro únicamente una cosa, que sólo hemos de rendir pleitesía y hacer un acto de entrega a nuestra naturaleza espiritual, a nuestro espíritu. Cuando seamos capaces de ahondar hasta esta naturaleza espiritual, entenderemos que no existen limitaciones, ni apegos de ninguna índole.
  Les propongo para este fin de autorreconocimiento espiritual, que meditemos.

   ¿Les gustaría probar?. ¿Acaso no han buscado siempre ese algo más, que les libere del irrefrenable curso de la vida?. Pues bien, es el momento de tomar partido y volcarse en esta Realidad que parece sernos esquiva, pero que no lo es.

   Tomemos unos instantes y vayamos a un sitio donde nos encontremos cómodos, y sin adquirir ninguna postura especial, simplemente busquemos la comodidad. Ahora cerremos los ojos y respiremos tranquilamente. Sigamos así unos minutos hasta que nuestro cuerpo vaya aquietándose.

    Es el momento de ser observador de lo que ocurre en nuestro cuerpo y mente, pero ¡¡¡sin reaccionar ante ellos!!!. Sabemos que todo efecto produce una reacción a nivel físico o mental, pues bien, es el momento de trascender a cuerpo y mente, hagamos caso omiso de los mensajes que nos envían, pero sin poner atención en ello.

   ¿Difícil?. Puede que al principio así sea, pero con el tiempo no lo será tanto. Sólo hemos de observar como nuestra mente nos envía estímulos para que nosotros reaccionemos ante ellos. Esos estímulos vienen en forma de pensamientos, y esa es la trampa en la que no debemos caer. Tenemos que romper ese dominio de acción y reacción continua de pensamientos y emociones que domina nuestras vidas. Ese es el reino de la mente que nos monitorea y esclaviza.

   En resumidas cuentas, se trata de observar como esos pensamientos vienen, se establecen y se van, como un testigo desapegado de los mismos. Como si estuviéramos sentados en una butaca de un cine, y una película (pensamiento) fuera proyectada ante nosotros. Pues bien, observemos pero no reaccionemos, puesto que la misma no va con nosotros. Además, tiene un principio y un final.

   Cuando seamos capaces de observar esos pensamientos sin reaccionar, veremos como se irá abriendo un espacio entre que se va uno y viene otro. Es en esos espacios donde se manifiesta nuestro espíritu. La esencia de nuestro espíritu es el Silencio Absoluto. Y como hemos dejado a un lado nuestra atención de todo lo que obedece a este mundo, es decir, mente y carne, es entonces cuando nuestra esencia se mostrará  para que nuestra atención se enriquezca con el reconocimiento de nuestra esencia más sutil.

   Con la contemplación de nuestra realidad espiritual, sentiremos un gran gozo y alivio. Veremos como dejaremos de ser esclavos del príncipe de este mundo, que no es otro que la mente. Pasado y futuro dejarán de tomar significado en nuestras vidas. Para el espíritu sólo existe el presente, y con la atención en él, la mente ya no podrá vapulearnos como lo hacía hasta entonces.

  Créanme que este es el camino. Camino que conduce a la liberación. Y con ello a la meta de la Iluminación. No se obsequen en la práctica, ha de ser algo natural, como cuando un pajarillo aprende a volar. Es tiempo de abrir la jaula (la mente) y dejar que el pajarillo (espíritu) vuele por fin.

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miércoles, 4 de enero de 2012

REALIDAD ESPIRITUAL



   Muchos de ustedes se han hecho esta pregunta antes, pero la han realizado desde la limitación de la mente, luego no podremos ver más allá de lo que nuestros sentidos físicos nos indican. Entonces necesitaríamos pruebas físicas fehacientes que nuestros sentidos palparan para que nuestra mente las interpretara.

   La mayor parte de las veces no ocurre así, simplemente recibimos ciertos retazos de esa Realidad Espiritual, que nos hacen dudar, pero nuestra mente suele desecharlos por inconsistentes. Y así seguimos el ritmo irrefrenable que nuestro gobernador mental nos establece.

   Existen ciertas personas en el mundo, que cuentan con la habilidad de dejar a un lado los condicionamientos de la mente y adentrarse en nuevas percepciones de lo que nos rodea, y este es mi caso. Como yo hay muchos en el mundo, sólo que muchos de ellos permanecen en el más absoluto anonimato, o pasan desapercibidos, porque para nuestros gobernadores mentales no merecen de atención.

   Sin embargo, los tiempos que se avecinan son proclives para que las conciencias se eleven por encimas de las mentes y la Realidad se haga patente y manifiesta para todos. Puedo decirles que la realidad física que todos damos por supuesta, es simplemente un reflejo grosero de la verdad que subyace en todos nosotros. Para los que tenemos la suerte de ver más allá, contemplamos la vida de otra manera. Ya que la Realidad que contemplo me llena de gozo y esperanza.

    Somos sin duda Espíritus en su manifestación más sutil de la Realidad global de nuestra existencia. Espíritus que no conocen de la vida y de la muerte...Sí, somos eternos...es sólo la parte más grosera de nuestra existencia la que perece una y otra vez, como si de un traje se tratara. Contamos con innumerables vidas físicas con un fin, y que no es otro que nuestra evolución y ascenso espiritual.

   Resumiendo, somos espíritus, que tomamos una existencia física por conveniencia del mísmo, y siempre bajo la supervisión de otros más elevados que nosotros. Cuando esta existencia física llega a su fin, tomamos de nuevo consciencia de nuestra Realidad Espiritual. Hacemos balance de esta vida física y seguimos adelante.

    El alimento de nuestro espíritu es la oración, la meditación y en mayor medida la contemplación. Todos podemos ponerlas en práctica, y así dar alimento a nuestro espíritu para que se manifieste y nos muestre el camino justo y correcto, que puede ir en contraposición con lo que nuestro gobernador mental nos indique.
Deben tener presente que somos espíritu y no mente o carne, puesto que estos son una mera ilusión pasajera que no debe condicionar el reconocimiento de la Verdad Espiritual que somos.

   Oremos para los menos avezados, luego con el tiempo meditemos más en profundidad, en silencio. Para que al final los más avezados en la práctica espiritual realicen una contemplación. Aquí la mente ha quedado ya a un lado, de manera que los pensamientos que nos embargan a diario, tanto pretéritos como futuros queden sin atención, mostrándose entonces el silencio del presente. Es entonces y sólo entonces cuando adquirimos consciencia de la Realidad Espiritual sin pegas ni cortapisas. Habremos vencido entonces al gobernador de La Tierra, que no es otro que la mente.

  Les invito a que pongan en práctica estas indicaciones, porque es tiempo de vivir la Realidad que somos.
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