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sábado, 28 de julio de 2012

EL REENCUENTRO ESPIRITUAL, LA VERDAD ESTÁ EN NUESTRO INTERIOR





   Es absolutamente prioritario que usted ponga la debida atención en aquello que la merece, que no es otra cosa que la única e innegable Realidad del espíritu imperecedero. Más allá de esto nada cabe por incongruente.

   Hasta ahora usted basaba todas sus apreciaciones en aquello que la mente interpretaba por causa de los sentidos, ahora bien, ¿y si yo le dijera que los mismos no obedecen a la Verdad, sino que son un mar de apariencias necesarias para que usted pueda someterse al rigor de la prueba y así adquirir experiencias que le enriquezcan espiritualmente?. ¿Seguiría entonces presa de las apariencias o se revolvería contra las mismas para buscar explicaciones al respecto?.

   No se apure por ello, pues es el momento del cambio, pero no un cambio traumático que produzca estupor o dolor. ¡No!, es el momento en el que usted debe establecer prioridades de atención, de manera que el espíritu sea indudablemente el objetivo de las mismas. Es necesario que usted entienda que vive una irrealidad pasajera pero necesaria. Se trata de un sueño al que el espíritu se somete de forma voluntaria con el propósito del aprendizaje para evolucionar. Pero con la encarnación, se pierde el recuerdo de lo que se Es en Realidad, es decir, espíritu imperecedero.

   El tiempo en el que el espíritu encarnado, o mejor sería decir reencarnado, despierte en consciencia del sueño de la vida carnal, para reencontrarse con su propia identidad espiritual. La Verdad está dentro de usted, sométase a la práctica contemplativa y observe la Verdad.

   Nada debe quedar oculto a los ojos areactivos del espíritu. No reaccione ante los estímulos en forma de pensamientos que le envíe la mente con el propósito de confundirle o embriagarle con placeres de un mundo que es pura ilusión. La mente es el gran ilusionista de este mundo, y usted se ha sometido a él voluntariamente para que la prueba contara con cierto rigor, necesario por otra parte.

   Medite contemplando aquello que acontece en usted mismo. Entréguese de manera desinteresada y observe sin más el devenir de los acontecimientos. Aunséntese de la mente, aprenda a observar sus dardos en forma de pensamientos desde la butaca del testigo desapegado de este juego que es la vida carnal.

   Con el tiempo ganará en destreza interpretativa, y así la mente sufrirá el estrépito del silencio, que es síntoma inequívoco del principio de la Libertad del espíritu. Usted no reaccione ante la misma, sólo observe desde esa butaca, nada más debe hacer más que observar sin reaccionar.

   No pierda más el tiempo en búsquedas infructuosas, que lo único que buscan es el reconocimiento de los sentidos. Vaya usted más allá de todo esto, y prepárase para el despertar a la Verdad, pues con esto ya nada quedará en el anonimato.

   Amese a usted mismo, acéptese desde la introspección que le brinda una práctica contemplativa areactiva. Y sobre todo, entréguese a su propia naturaleza espiritual. El reencuentro está en sus manos, y todas las objeciones al respecto no obedecen más que a un exceso de atención en una mente manipuladora que se resiste a perder su cuota de protagonismo.

   Regocíjese en su propia naturaleza imperecedera. Goce de la luz que le brinda el despertar a la Realidad que hasta entonces, en mayor o menor medida, le era esquiva. A medida que deposite su atención en la contemplación con cierta dosis de entrega, la libertad le aventurará a nuevos y hermosos horizontes de Realidad. Será entonces, y sólo entonces que podrá interpretar, que entenderá y, fruto de todo ello se amará y aprenderá a amar cuanto le rodea, pues todo es energía en continuo intercambio vibratorio.

   Nada hay oculto para el que despierta a la Verdad...¿está usted dispuesto a ello, o por el contrario, seguirá viviendo en las apariencias propias de un ignorante?

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