Su vida fue un misterio, la leyenda de hecho cuenta que nació de una virgen, y que el parto se prolongó por 72 años. Y que en uno de sus viajes se topó con un maestro que esperaba ya su presencia desde hacía tiempo. Al verlo, le pidió encarecidamente que toda su sabiduría la plasmara en un libro. Lao Tse asintió, y fue entonces cuando escribió una maravillosa obra llamada el Tao Te Ching.
Lao nos habla del Tao, o lo que es lo mismo, del Camino. Pone de manifiesto que toda manifestación de la Creación obedece a la naturalidad, así las aguas del río fluyen sin tener consciencia de ello, el Sol nos calienta sin tener consciencia, el niño actúa sin condicionamientos ni hábitos adquiridos que ensombrezcan su actuar natural. Y como ya hemos visto anteriormente en otros artículos, esta espontaneidad en la naturaleza, y en el hombre es la que nos introduce en el camino de la evolución, o camino medio.
Lao Tse establece la dualidad existente en la naturaleza física, o lo que es lo mismo, el Yin y el Yang, que son dos energías opuestas a la vez que complementarias en el universo creado. Estos son los dos extremos energéticos que hemos analizado anteriormente en sus aspectos femenino y masculino (deseo y acción).
El maestro Lao Tse nos habla del Tao como el principio de todas las cosas, como la esencia de todo lo creado, en definitiva, como el Creador. Así, el gran maestro nos dice que el Tao que puede ser expresado con palabras no es el Tao eterno...
"...El nombre que puede ser pronunciado no es el nombre eterno.
Lo que no tiene nombre es el principio del cielo y la tierra.
Lo que tiene nombre es la madre de todas las cosas.
La permanente ausencia de deseos permite contemplar el gran misterio.
La constante presencia de deseos permite contemplar sus manifestaciones.
Ambos estados tienen un origen común y con nombres diferentes aluden a una misma realidad.
El infinito insondable es la puerta de todos los misterios..."
Aquí el maestro establece lo inconmensurable del Creador, lo que le hace absolutamente indescriptible a través de las palabras o pensamientos, y que sólo a través del camino medio ausente de los extremos que nos conducen por el deseo y la acción podremos contemplar la Realidad.
"...Ser y no ser se engendran mutuamente.
Lo difícil y lo fácil se forman entre sí.
Lo largo y lo corto se transforman mutuamente.
Lo alto y lo bajo se contemplan entre sí.
Sonido y silencio se armonizan entre sí.
Es la ley de la naturaleza.
Por eso el sabio obra sin actuar y enseña sin hablar.
Todos los seres se renuevan sin cesar.
Así el crea sin esperar nada.
Cumple su obra pero no reclama su mérito.
Y precisamente porque no lo reclama su mérito nunca le abandona..."
Estas palabras conjugan sabiduría a raudales. Si meditan sobre ellas observarán que desde los extremos opuestos que se complementan mutuamente en toda manifestación de la naturaleza, pasamos al estado del sabio, que ya ha escapado al esclavismo forzado por la ignorancia, y actúa sin hacerlo, es decir, renuncia al efecto de sus obras, y con ello asciende de manera perentoria.
"...El espíritu del valle nunca muere.
Se le llama la hembra misteriosa.
El umbral de la hembra misteriosa es la raíz del cielo y de la tierra.
Perseverante, parece existir siempre y su contenido nunca se agota..."
Lao Tse nos traslada a la energía Madre que habita en todos nosotros, y que no es otra que kundalini, que de manera perseverante nos empuja en el camino hacia la liberación. Su fuego poderoso nos arropa e intercede por nosotros entre el cielo y la tierra.
"...Los cinco colores nublan la visión.
Las cinco notas aturden el oído.
Los cinco sabores arruinan el paladar.
La prisa y la ambición arrebatan el corazón.
Los objetos preciosos perturban la conducta.
Por eso el sabio se ocupa del cuerpo y no del ojo.
Rechaza lo último y adopta lo primero..."
No debemos dejarnos arrastrar por los sentidos, puesto que estos oscurecen el entendimiento de la Realidad, sigamos el Tao...
"...Crea en ti la perfecta vacuidad.
Guarda la más completa calma.
Todas las cosas surgen del vacío y regresan a él.
Los seres nacen y crecen para retornar a su raíz.
El regreso al origen devuelve la calma.
La calma permite aceptar el destino.
Aceptar el destino significa conocer la eternidad.
Al que conoce lo eterno se le llama iluminado.
El que no conoce lo eterno se sumen en la confusión y la desdicha.
Quien conoce lo permanente todo lo abarca.
Quien todo lo abarca puede ser compasivo.
La soberanía conduce al cielo, y el cielo desemboca en el Tao.
El Tao es lo permanente.
Desembocar en el Tao es no correr peligro..."
Esta estrofa resume que hemos de meditar en la contemplación, de manera que nos inunde la calma por el reconocimiento de la Realidad del espíritu. Con el tiempo el meditante alcanzará la iluminación y de esta suerte escapará a los ataques de la mente que le esclavizaba , y desde ahí se volverá compasivo y misericorde por los que quedan atrás en la esclavitud de los sentidos carnales. El iluminado se adentra entonces en el Tao.
"...Conocer a los demás es sabiduría.
Conocerse a sí mismo es iluminación.
Vencer a los demás requiere fuerza.
Vencerse a sí mismo requiere fortaleza.
Quien consigue sus propósitos, es voluntarioso.
Quien sabe contentarse, es rico.
Quien no abandona su puesto, perdura.
Quien vive el eterno presente, no muere..."
Gran riqueza abunda en estas estrofas, y pone de manifiesto que debemos conocernos a nosotros mismos para iluminarnos, por medio de la meditación constante. Para ello debemos poner nuestra atención en el presente, pues este es el único que existe para el espíritu.
"...Lo más flexible del universo cabalga sobre lo más rígido.
Lo que no es, penetra hasta donde no hay hendiduras.
En esto se conocen las ventajas de la no-acción.
Enseñar sin palabras y trabajar sin movimiento.
Nada en el mundo puede compararse con eso.
Volvemos a la espontaneidad a la hora de obrar como medio para escapar, así se actuará sin hacerlo, ya que no se pondrá atención en ello ni en el resultado, de esta manera la causa no produce efecto alguno. Luego el sabio obrará sin producir movimiento alguno. Esto desembocará sin duda en el Tao.
"...Sin salir de casa se puede conocer el mundo.
Sin mirar por la ventana puede conocerse el Tao del cielo.
Cuanto más lejos se viaja, tanto menos se sabe.
Por eso el sabio conoce el mundo sin haber viajado,
distingue las cosas sin mirar y realiza su obra sin actuar..."
El sabio no necesita viajar para conocer, se reconoce con la meditación y de esta forma conoce sin ver y obra escapando al resultado de la misma.
"...La vida es una salida y la muerte una entrada.
Tres de cada diez son amigos de la vida.
Tres de cada diez son amigos de la muerte.
Tres también de cada diez son los que,
mientras viven, se acercan a la muerte.
¿A qué se debe esto?.
A que se aferran a la vida.
He oído decir que el que sabe vivir no se preocupa de tigres ni rinocerontes
cuando camina por las montañas.
Ni lleva armas ni escudo cuando se adentra en territorio enemigo.
Así, el rinoceronte no halla donde cornearle.
Ni el tigre donde hendir sus garras.
Ni las armas donde aplicar su filo.
¿Por qué?
Porque no hay lugar en él por donde pueda penetrar la muerte..."
Todo se reduce a la atención, si la establecemos en el presente y practicamos la meditación, el Tao o Camino se establecerá en nuestras vidas, de forma que la muerte como tal deje de tener sentido. Pues no es otra cosa que la vía de escape a este mundo ilusorio de confusiones y extremos (Yin Yang). No perdamos el tiempo aferrados a la vida carnal, pues la estaremos perdiendo sin darnos cuenta. Por otro lado, ¿que tememos perder que no hayamos perdido ya?...¿Acaso esta vida puede ser considerada como tal para el espíritu?...
El espíritu es eterno, luego ¿dónde se suscita el problema?. Vivamos pues en el presente del espíritu que nos conduzca al Tao.
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