En el anterior artículo les relataba una experiencia vivida allá por el mes de diciembre de 1996 en la India donde tuve un despertar de consciencia que ha sido determinante en los últimos años para que las canalizaciones o percepciones de la Realidad fueran lo más acertadas posibles. Por esto, deben entender que con este paso se disuelven los pensamientos y, por ende, el silencio y la paz se establecen. Es entonces, y sólo entonces que se establece el presente como foco único de atención en nuestra vida de una manera continuada.
Desde este estado de consciencia sin pensamientos, la vida cobra una nueva dimensión, así como las relaciones o intercambios energéticos y/o espirituales con los distintos focos vibratorios que nos rodean encarnados y/o desencarnados. Desde el presente continuo, se percibe la Realidad tal cual es, ya que nuestra atención queda sujeta a la misma sin esfuerzo alguno. Pasado y futuro ya no son focos de atención para un espíritu que se ha reconocido por la abstracción de la maraña ilusoria de la mente.
Desde este estado en el que la mente ya no alcanza a gobernar o enturbiar, se puede meditar contemplativamente en profundidad, y de esta suerte rescatar manifestaciones, mensajes o interpretaciones de un mayor calado vibratorio si así se dispone desde otros planos más elevados.
Cuando así sucede, desde otros planos más elevados se produce un empuje vibratorio de arriba hacia abajo, y es entonces que el sujeto que se halla en este estado de consciencia sin pensamientos se convierte en canalizador o médium de garantías para dar traslado de estas vibraciones. ¿Y se preguntarán por qué y cómo se producen estas canalizaciones?, pues bien, demos por hecho que nos encontramos en este estado vibratorio de consciencia sin pensamientos, donde la mente lógicamente ha cesado en su actividad febril, luego si no hay pensamientos, nuestra atención indefectiblemente está en el presente, lo que viene a significar que el silencio se ha apoderado de nosotros. Más allá aún, si no pensamos, hemos dejado de pertenecer de alguna manera a este mundo, pues los barrotes de la cárcel del espíritu han caído con el estruendo de ese silencio que ha pasado cual corcel galopando con bravura ante nuestras narices. El espíritu se permite la libertad de ser presa del empuje vibratorio de otras esferas que por lo común nos pasaban antaño inadvertidas.
Ya listo, al espíritu sólo le resta la disposición y entrega necesarios para que desde estas otras esferas se actúe a través suyo, pues como hemos visto, ya no hay pensamientos que interfieran u obstaculicen en modo alguno el discurrir de estas vibraciones. Las canalizaciones del médium en cuestión pueden ser empujes vibratorios de arriba hacia abajo, pero también de abajo hacia arriba, es decir, si hay entrega y disposición, lo que discurra bien sea de mayor o menor calado vibratorio bienvenido ha de ser, pues por algo será que se manifieste. ¡Pero mucho ojo!, hablo de canalizaciones de otros planos en un médium que ha alcanzado el estado de consciencia sin pensamientos o Nirvichara Samadhi, pues de lo contrario estas canalizaciones no son recomendables por los riesgos que entrañan y por el grado de fiabilidad de las mismas.
Todo esto nos conduce a lo siguiente, y hablo por experiencia propia, para acceder con garantías a informaciones o interpretaciones de otros planos vibratorios, primero hemos de tener la atención en el presente, luego hemos de practicar de manera asidua y reiterada la meditación contemplativa, donde observaremos sin reaccionar ante los estímulos físicos o mentales que se nos presenten, y por último y más importante, ha de haber en nosotros una verdadera entrega y rendición ante nuestro espíritu para que sea el Padre Creador el que disponga y no nosotros, y tómese como axioma para tal fin:
"Hágase Padre tu voluntad y no la mía".
Jamás deberemos forzar el experimentar por la vía rápida el contacto con vibraciones o entidades de otros planos para los que no estamos preparados, pues créanme que pueden destapar la caja de pandora y sin que sean conscientes de ello la mayor parte de las veces. Así, absténganse de practicar la ouija o cualquier rito que desencadene movimientos energéticos para los que no se está preparado para responder o asimilar en modo alguno.
Pasados los años tras el establecimiento de la consciencia sin pensamientos, comencé a experimentar que las meditaciones se prolongaban más allá de la propia práctica de las mismas, lo que desencadena una certeza casi permanente que hace que las dudas se disuelvan, pues no tienen donde asirse, ya que los pensamientos han cesado y, además, el estado de contemplación se ha hecho más extensivo en el tiempo.
Sin embargo, todo esto no significa que no piense, sí que pienso, lo que ocurre es que lo hago cuando lo necesito para una cuestión concreta, y no como ocurría anteriormente donde los pensamientos me ocupaban y preocupaban llevando mi atención de un lado a otro, lo que derivaba en un movimiento pendular donde los extremos energéticos se alternaban en sus manifestaciones. Y es aquí donde somos presa fácil del príncipe mental. Desde esta posición desalentadora estaremos casi inoperantes para atisbar siquiera un poquito de Realidad.
Con la disolución de las dudas y la prolongación del estado contemplativo más allá de la propia práctica, el silencio y la Verdad se manifiestan como parte de uno mismo. Se produce una identificación con la Realidad espiritual, al tiempo que la vida carnal en su conjunto se disuelve como una espesa niebla con los primeros rayos del Sol. Ya nada es igual, la vida carece de importancia, los apegos pierden peso, las relaciones se vuelven intercambios vibratorios, y lo que antes era "hoy" ahora se llama "siempre".
Es la consciencia sin dudas o Nirvikalpa Samadhi que toma posiciones en mi ser. Esto me ocurrió hace apenas unos años, y por esto, ya no soy "yo", ahora soy "nosotros". No soy mío, sino de aquello que me empuje a actuar en un momento dado. Y si Dios quiere, así lo haré como y cuando El disponga. Abandonado y rendido estoy a su voluntad, pues la suya ha de ser la mía, que por otro lado es la nuestra, aunque desde otros puntos de vista la mente pueda adulterar esa Realidad.
Llegados a este punto, hermanos míos, sólo me resta brindarles el aliento necesario para emprender el camino que les conduzca a esos estados de consciencia donde la mente quede atrás para que así puedan rescatar retazos de la Verdad. Mediten contemplativamente cada día de sus vidas, pues esto será tiempo que ganemos para el espíritu en su despertar interior. Pongamos la atención en el aquí y ahora y desdeñemos el resto como superfluo e innecesario.
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Desde este estado de consciencia sin pensamientos, la vida cobra una nueva dimensión, así como las relaciones o intercambios energéticos y/o espirituales con los distintos focos vibratorios que nos rodean encarnados y/o desencarnados. Desde el presente continuo, se percibe la Realidad tal cual es, ya que nuestra atención queda sujeta a la misma sin esfuerzo alguno. Pasado y futuro ya no son focos de atención para un espíritu que se ha reconocido por la abstracción de la maraña ilusoria de la mente.
Desde este estado en el que la mente ya no alcanza a gobernar o enturbiar, se puede meditar contemplativamente en profundidad, y de esta suerte rescatar manifestaciones, mensajes o interpretaciones de un mayor calado vibratorio si así se dispone desde otros planos más elevados.
Cuando así sucede, desde otros planos más elevados se produce un empuje vibratorio de arriba hacia abajo, y es entonces que el sujeto que se halla en este estado de consciencia sin pensamientos se convierte en canalizador o médium de garantías para dar traslado de estas vibraciones. ¿Y se preguntarán por qué y cómo se producen estas canalizaciones?, pues bien, demos por hecho que nos encontramos en este estado vibratorio de consciencia sin pensamientos, donde la mente lógicamente ha cesado en su actividad febril, luego si no hay pensamientos, nuestra atención indefectiblemente está en el presente, lo que viene a significar que el silencio se ha apoderado de nosotros. Más allá aún, si no pensamos, hemos dejado de pertenecer de alguna manera a este mundo, pues los barrotes de la cárcel del espíritu han caído con el estruendo de ese silencio que ha pasado cual corcel galopando con bravura ante nuestras narices. El espíritu se permite la libertad de ser presa del empuje vibratorio de otras esferas que por lo común nos pasaban antaño inadvertidas.
Ya listo, al espíritu sólo le resta la disposición y entrega necesarios para que desde estas otras esferas se actúe a través suyo, pues como hemos visto, ya no hay pensamientos que interfieran u obstaculicen en modo alguno el discurrir de estas vibraciones. Las canalizaciones del médium en cuestión pueden ser empujes vibratorios de arriba hacia abajo, pero también de abajo hacia arriba, es decir, si hay entrega y disposición, lo que discurra bien sea de mayor o menor calado vibratorio bienvenido ha de ser, pues por algo será que se manifieste. ¡Pero mucho ojo!, hablo de canalizaciones de otros planos en un médium que ha alcanzado el estado de consciencia sin pensamientos o Nirvichara Samadhi, pues de lo contrario estas canalizaciones no son recomendables por los riesgos que entrañan y por el grado de fiabilidad de las mismas.
Todo esto nos conduce a lo siguiente, y hablo por experiencia propia, para acceder con garantías a informaciones o interpretaciones de otros planos vibratorios, primero hemos de tener la atención en el presente, luego hemos de practicar de manera asidua y reiterada la meditación contemplativa, donde observaremos sin reaccionar ante los estímulos físicos o mentales que se nos presenten, y por último y más importante, ha de haber en nosotros una verdadera entrega y rendición ante nuestro espíritu para que sea el Padre Creador el que disponga y no nosotros, y tómese como axioma para tal fin:
"Hágase Padre tu voluntad y no la mía".
Jamás deberemos forzar el experimentar por la vía rápida el contacto con vibraciones o entidades de otros planos para los que no estamos preparados, pues créanme que pueden destapar la caja de pandora y sin que sean conscientes de ello la mayor parte de las veces. Así, absténganse de practicar la ouija o cualquier rito que desencadene movimientos energéticos para los que no se está preparado para responder o asimilar en modo alguno.
Pasados los años tras el establecimiento de la consciencia sin pensamientos, comencé a experimentar que las meditaciones se prolongaban más allá de la propia práctica de las mismas, lo que desencadena una certeza casi permanente que hace que las dudas se disuelvan, pues no tienen donde asirse, ya que los pensamientos han cesado y, además, el estado de contemplación se ha hecho más extensivo en el tiempo.
Sin embargo, todo esto no significa que no piense, sí que pienso, lo que ocurre es que lo hago cuando lo necesito para una cuestión concreta, y no como ocurría anteriormente donde los pensamientos me ocupaban y preocupaban llevando mi atención de un lado a otro, lo que derivaba en un movimiento pendular donde los extremos energéticos se alternaban en sus manifestaciones. Y es aquí donde somos presa fácil del príncipe mental. Desde esta posición desalentadora estaremos casi inoperantes para atisbar siquiera un poquito de Realidad.
Con la disolución de las dudas y la prolongación del estado contemplativo más allá de la propia práctica, el silencio y la Verdad se manifiestan como parte de uno mismo. Se produce una identificación con la Realidad espiritual, al tiempo que la vida carnal en su conjunto se disuelve como una espesa niebla con los primeros rayos del Sol. Ya nada es igual, la vida carece de importancia, los apegos pierden peso, las relaciones se vuelven intercambios vibratorios, y lo que antes era "hoy" ahora se llama "siempre".
Es la consciencia sin dudas o Nirvikalpa Samadhi que toma posiciones en mi ser. Esto me ocurrió hace apenas unos años, y por esto, ya no soy "yo", ahora soy "nosotros". No soy mío, sino de aquello que me empuje a actuar en un momento dado. Y si Dios quiere, así lo haré como y cuando El disponga. Abandonado y rendido estoy a su voluntad, pues la suya ha de ser la mía, que por otro lado es la nuestra, aunque desde otros puntos de vista la mente pueda adulterar esa Realidad.
Llegados a este punto, hermanos míos, sólo me resta brindarles el aliento necesario para emprender el camino que les conduzca a esos estados de consciencia donde la mente quede atrás para que así puedan rescatar retazos de la Verdad. Mediten contemplativamente cada día de sus vidas, pues esto será tiempo que ganemos para el espíritu en su despertar interior. Pongamos la atención en el aquí y ahora y desdeñemos el resto como superfluo e innecesario.