Muchos buscadores se plantean como identificar las energías que nos rodean y, más concretamente, como saber hacia donde nos llevan o de donde provienen. Todo esto, desde luego, ocurre cuando hemos despertado mínimamente en consciencia a la certeza de que todo cuanto somos y cuanto nos rodea es energía en continuo movimiento de transformación.
La Realidad no es otra que la de un conjunto de energías que por su naturaleza en un momento puntual se asocian a otras de similares características, lo que produce una tendencia vibratoria, que en mayor o menor medida, según sean los integrantes de la misma, tendrá más o menos influencia sobre aquellos que se vean en un momento dado imbuidos de la misma.
Volviendo al buscador que comienza a despertar al conocimiento vago de estas tendencias vibratorias, sus horizontes comienzan a cambiar en tanto en cuanto estas corrientes vibratorias le son manifiestas. Es entonces que su vida comienza a dar un giro para otear nuevos aromas de Vida. Reconoce entonces que lo hasta ahora venerado carece de fundamento y que la Realidad es bien distinta.
Sean conscientes de que somos un pequeño navío en medio de un inmenso océano, donde en ocasiones los vientos soplan con más o menos virulencia de un sentido u otro, y que las aguas en ocasiones mansas pueden volverse tortuosas y violentas. Pero, esto es lo hermoso, saberse en medio de tales circunstancias vibratorias y no fruto de casualidades que, a la postre, sólo producen lamento y zozobra.
El Sabio, ha llegado a la conclusión de que para avanzar primero debe aquietar sus propias energías, con lo que escapa al influjo, en ocasiones casi irrefrenable de tendencias vibratorias más ásperas e inquietantes. Sometiéndose a sí mismo, observa pero no reacciona. Se ve en medio de la inmensidad vibratoria de la Creación, pero sólo esto, nada más.
De esta manera, el Sabio es consciente de su navío, identifica sus velas, otea el inmenso océano que le rodea y, sobre todo, permanece calmo. Fruto de este estado, sus vibraciones se transforman para buscar asociaciones energéticas más afines. Pronto nuevos vientos le conducirán por el Camino en compañía de otros navíos de su misma naturaleza vibratoria.
Así, toda la Creación se moviliza, sólo que cada uno es conducido por los vientos afines a su propia naturaleza vibratoria. Si quiere cambiar de tendencias vibratorias, debe someterse a sí mismo, abandonarse a la meditación contemplativa y significarse como testigo desapegado de cuanto acontece en usted y alrededor suyo.
El Sabio conoce sin estudiar, avanza sin movilizarse, identifica sin escrutar. Usted como buscador de la Verdad, debe rendirse a la Realidad vibratoria de todo cuanto acontece. Nada escapa a este símil, todo es energía en continuo movimiento de transformación. No crea ni por un sólo instante que hay un solo ser que permanezca estanco, pues esto no obedece a la Realidad de que toda energía se transforma por causa de la interacción con otras energías de igual o distinto calado vibratorio.
Las interacciones vibratorias con otras energías de nuestro mismo calado vibratorio nos hacen experimentar cierto estado de seguridad, pero algo bien distinto ocurre cuando se produce una interacción con otras tendencias vibratorias de mayor o menor calado que las nuestras. Es entonces que se produce un quebranto, un shock que nos confunde y/o hasta desestabiliza.
Tengamos bien presente, que somos energías que precisan de otras energías para interactuar, para friccionar y, fruto de ello experimentamos, reconocemos y, finalmente crecemos. Nada ni nadie escapa a esta Verdad.
Por esto, el Sabio, medita contemplativamente para observar sin reaccionar a qué tendencias vibratorias se ve sometido, observa los vientos que soplan y, sólo entonces, sabrá qué hacer y cómo hacer. Estas observaciones son ajenas a la naturaleza humana, es decir, no son fruto de la mente o la carne.
Para reconocer las tendencias vibratorias debemos aquietarnos en primera instancia, convertirnos en observadores desapegados de todo cuanto acontece, para finalmente ser reconocedores de las circunstancias vibratorias que pululan a nuestro alrededor y, de las que somos presa casi ineludible por afinidad.
No sufra por las circunstancias vibratorias de su vida, no sea corto de miras en la interpretación de tales sufrimientos, tan sólo dirija su atención hacia el interior. Desapéguese de lo hasta ahora conocido como cierto y haga oídos sordos a los pensamientos febriles que le aconsejen de aquí o de allá. Pues si se quiere ver se deben cerrar los ojos, si se quiere oír se deben cerrar los oídos. Transforme su mundo interior, para que las vibraciones cambien en busca de nuevas asociaciones afines.
Si nuestro interior cambia, las circunstancias vibratorias lo hacen para buscar nuevos retos que le sean afines. Sólo debe meditar si ¿ha llegado mi momento?.