El mundo material como lo conocemos a través de los sentidos físicos e interpretaciones mentales es reflejo de un vasto conjunto vibratorio, donde infinitos focos energéticos movilizan por asociación distintas tendencias vibratorias. De esta manera, cada uno de nosotros se presenta como un foco vibratorio, que según la frecuencia energética que presente buscará instintivamente asociaciones con otros focos de un mismo calado vibratorio.
Hemos tratado anteriormente que estas enormes tendencias vibratorias cuentan con un poderosísimo influjo que arrastra para sí distintos focos que le son afines en un momento dado, lo que provoca toda suerte de movilizaciones a distintos niveles de sutileza.
Por encima de todo esto subyace una tendencia vibratoria evolutiva, que es aquella que cuando entramos en sintonía directa con la mísma nos conduce por el sendero de la evolución y la certeza. Sólo en este caso evolucionaremos, y esto puede ocurrir en momentos puntuales de nuestra vida carnal o desencarnada, y más o menos sostenidos en el tiempo, lo que conllevaría un mayor salto evolutivo.
Para aquellos que se sustenten vibratoriamente para así ser arrastrados por esta tendencia evolutiva, sin duda, que aspirarán sin mayores esfuerzos a la ascensión espiritual. Esta es la meta, este debe ser nuestro objetivo, pero no para unos pocos momentos puntuales, sino para el resto de nuestros días.
Al arrojo de todo esto, puedo aseverar que ni uno sólo de nosotros quedará ajeno al poderoso e irrefrenable impulso de esta increíble tendencia vibratoria que nos impulsará hacia las alturas del entendimiento espiritual. Nuestro trabajo está en elevar nuestras vibraciones para entrar en íntima sintonía con ella, prestarle la debida atención, para luego abandonarnos sin reaccionar a esta sobresaliente corriente energética de Luz.
Algunos se preguntan que diferencia hay entre hombres, animales, plantas, minerales..., y la verdad es que si observamos la Creación como un conjunto vibratorio, no debe haber una distinción plausible entre unas manifestaciones u otras, pues todo es parte indivisible del Todo. Ahora bien, si nos paramos en el detalle, e interpretamos como indiviuos, sólo el nivel vibratorio establecerá ciertas distinciones.
Al abrigo de esto, algunos me preguntan si animales y plantas gozan de espíritu para evolucionar, y lo obvio es que todo en la Creación sigue una corriente inherente de evolución. Nada permanece inalterable en el tiempo, ya que existe una tendencia maestra universal que sustenta un cambio permanente. La pregunta es ¿los animales siempre serán animales? ¿las plantas siempre serán plantas o evolucionarán a algo más?.
Desde luego que producto del irrefrenable impulso vibratorio evolutivo, todo sigue un curso ascendente, por tanto, claro que a distintos niveles vibratorios, estos focos energéticos evolucionan. ¿Pero hasta dónde?. El límite no existe, ni para nosotros como seres humanos, ni para ninguna especie animal, vegetal, mineral o de cualquier calado vibratorio de este u otro plano.
No nos equivoquemos, todo sigue su curso natural, y por más que pongamos freno a ello, el conjunto acabará por arrastrarnos irrevocablemente. Veamos la Creación como un conjunto energético, donde los distintos focos vibratorios se conjugan en un maquinaria de sincronía perfecta. Cuando alcanzamos a interpretar este vasto conjunto vibratorio, las distinciones se disuelven pues nunca existieron como tales más que en nuestras mentes.
Así, un animal, un árbol, una piedra...¿en qué se diferencia de nostros a nivel energético?, sólo el calado vibratorio podría marcar la distinción, pero en un conjunto vibratorio esto ya no es válido, es inexacto. Y esto es lo que ocurre, desde la mente no es posible interpretar el conjunto o Todo o Dios o Creación. Y esta es nuestra desgracia pasajera, que hemos de reencontrar la Realidad que somos por cuanto hemos olvidado nuestros orígenes y el sentido de todo cuanto acontece en nosotros y alrededor nuestro.
Somos parte del Todo, donde nada queda ajeno al mismo. ¿Acaso somos más que una planta o una montaña?, ¡no!, esa planta y esa montaña, así como nosotros formamos parte de un mismo y único conjunto vital, donde lo uno se sustenta en lo otro en un continuo intercambio vibratorio vital. Amemos y respetemos todo lo creado, lo que vemos y lo que no alcanzamos a ver, pues todo se haya en íntima relación.
SOMOS PARTE DE UN TODO,ATISBAMOS LOS RETAZOS DE LA REALIDAD,DEBEMOS SER LOS OBSERVADORES Y EN LA COMTEMPLACION UNIRNOS CON LA FUENTE INAGOTABLE DE LA ENERGIA UNIVERSAL.EN NUESTRO REENCUENTRO CON NUESTRO MAESTRO INTERIOR,PROMULGAMOS LA SOLIDARIA FUENTE FACTIBLE DE UN CAUDALOSO AFLUENTE DE LA CONGRUENTE BASE ADQUIRIDA DE UNA ELEVACION DELAS FRECUENCIAS MAGNETICAS,QUE NOS REDIRIJAN AL ESTADO ASCENDENTE,POR MEDIO DE LA MEDITADA SINTONIZACION CON NUESTRO YO SUPERIOR.SOMOS LOS COCREADORES DE LA INTELIGENCIA INNATA QUE FIGURA LA TASA VIBRATORIA ,CON UN MODELO A SEGUIR LAS PAUTAS MATUTINAS ,QUE INMERSOS Y VINCULADOS NOS UNIMOS A LA NUEVA TRANSICION,CAMBIO PLANETARIO,AL COMIENZO DE LA NUEVA ERA,PARA SER CADA DIA,MEJORES Y ABANDONAR CIERTOS ACTOS Y ACTITUDES,QUE NOS ATRASA ,DEBEMOS PERMANECER AQUIETADOS EN EL ESPIRITU Y VER UNA CLARA Y CONCISA RESPUESTA AUN MAYOR LOGRO Y VOLVER A RETOMAR LA ENSEÑANZA QUE DISUELVA LO INCOHERENTE.
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