EL TÚNEL DE LUZ...
¿Qué es la muerte?, ¿Qué sucede después de la muerte?, ¿Termina todo con la muerte?. Estas y otras preguntas al respecto de la muerte carnal se nos plantean o han planteado a lo largo de nuestra vida como algo ineludible al final del camino en la Tierra.
La muerte, más allá de todo misticismo y planteamientos científicos, no es más que un tránsito hacia un nuevo estado de consciencia vibratoria ajeno al plano carnal. Cuando se produce el óbito, nuestro espíritu, por fin, encuentra libertad. Se produce un ensanchamiento de las fronteras hasta ahora limitadas por el cuerpo físico para que nuestra consciencia pueda acometer una visión más certera de la Realidad.
La muerte es sólo un tránsito, nada más, un cambio de visión, un cambio de escenario. No debemos tener miedo a la misma, sino todo lo contrario, abrazarla como aquella que nos conduce a nuestra Realidad espiritual.
Según sea nuestro estado evolutivo antes de que se produzca el óbito, así el tránsito hacia el plano espiritual se experimentará de una manera u otra por parte del afectado, sin embargo, el resultado siempre será el mismo que no es otro que despertar a la Realidad del espíritu.
En caso de que la muerte se produzca en una persona con conocimientos espirituales y, que de una manera u otra, entienda la necesidad de este paso, entonces el tránsito será mucho más rápido y su consciencia acometerá la Realidad con naturalidad. No obstante, en aquellos cuya vida carnal haya sido su centro absoluto de atención y, donde los egos y apegos fundamentaran su existencia, entonces el óbito se experimentará desde el desconocimiento y cierto estupor por lo desconocido. Esto implicará desconcierto.
Cuando se produce el óbito, se experimenta un alivio pues nuestro espíritu deja atrás las pesadas cadenas de la carne para, ahora sí tras un largo sueño despertar a la Realidad. En muchos casos, un brillante túnel de luz parece arrastrarnos hacia sí irremediablemente, y es aquí cuando el espíritu comienza a ser consciente.
No todos los espíritus reaccionan igual ante esta vivencia, en unos casos se torna maravillosa y en otros horrenda y desgarradora. Pero permítanme decirles que este tránsito lo hemos experimentado infinidad de veces. Y para que ustedes entiendan, tan sólo es el despertar tras un sueño. De nosotros y de nuestro conocimiento de la Realidad depende que el tránsito se experimente de una manera u otra.
Volviendo al túnel de luz, el tiempo y el espacio aquí ya no son conceptos válidos, puesto que nos moveremos en otras dimensiones vibratorias más sutiles. Aquí iremos despertando en consciencia a todas las experiencias vividas en esta vida, y luego en otras, y dependerá del grado de aceptación de esta vivencia para que continuemos más allá de las fronteras de este túnel, que por otro lado, nos produce quietud y paz.
Si como ya apunté anteriormente usted es un espíritu que ante esta experiencia y fruto de su conocimiento y preparación espiritual, la experimenta con naturalidad y decide seguir adelante, entonces observará todas sus anteriores vidas y las dudas al respecto serán despejadas sin más dilaciones. Al otro lado del túnel se reencontrará con sus hermanos guías y demás congéneres afines a su plano de consciencia. Desde ahí se preparará para nuevas acciones.
Por otro lado, si el espíritu que vivencia este momento no tiene mayores conocimientos de lo espiritual, o aún teniéndolos siente que ha dejado algo inconcluso en La Tierra y por ello se aferra a la misma, entonces el túnel no conocerá de fin, será una experiencia larga y, en los peores casos hasta tortuosa.
Son muchos los espíritus que quedan atrapados entre dos mundos o planos de consciencia. Esto provoca que sigan muchos de ellos interactuando en este plano carnal como si aún contaran con carne para ello. Con el tiempo van entorpeciendo más y más su consciencia de la Realidad, lo que les produce una continua insatisfacción y una profunda ansia de satisfacer sus deseos.
Estos espíritus quedan vagando como seres entorpecidos movidos por el deseo, carentes de carne sí, pero con un apego significativo hacia este mundo carnal que ya no obedece a su Realidad. Estos espíritus entorpecidos siguen interactuando vibratoriamente con nosotros en el plano carnal, de manera que en muchas ocasiones en las que no somos conscientes de ello, nos producen quebrantos vibratorios más o menos importantes, que de una manera u otra condicionan nuestra vida.
Pero volviendo a aquellos que de manera natural han experimentado la muerte como un proceso absolutamente necesario y liberador, tengan ustedes a bien perder todo miedo al respecto del proceso, puesto que si aceptamos el mismo, sólo luz, paz, amor y entendimiento encontraremos al otro lado del túnel, que por otro parte, ya hemos recorrido anteriormente.
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Todos somos hermanos, tendámonos la mano...
En determinados momentos de debilidad, en los que ustedes aún se ven sujetos a las emociones y los pensamientos, se produce, en mayor o menor medida según sea el caso, un quebranto vibratorio a nivel del sistema sutil. Todo esto viene originado indudablemente por un déficit de atención hacia la Realidad del espíritu.
Todo espíritu que se vea sometido por las necesarias circunstancias de la ilusión carnal sufre por el olvido de su propia Realidad y de la de todos aquellos con los que interactúa. Nada es lo que parece, todo lo perceptible a través de los sentidos físicos e interpretado por la mente obedece a una frustrante irrealidad.
En tiempos como estos en los que la capacidad intelectual, financiera y atributos físicos marcan la clara diferencia entre el éxito y el fracaso, es cuando el sometimiento del espíritu se hace más notorio y, obviamente, comienzan a producirse cortocircuitos vibratorios en algunos individuos que llegados a cierto estado evolutivo ya no toleran esta absurda tendencia energética por más tiempo.
Los bloqueos energéticos que se producen en los chakras (centros energéticos) precisan de un despertar de consciencia para poder asumir los mismos desde una óptica más profunda y certera. Es decir, ¿quién no ha oído hablar de chakras o kundalini? y, sin embargo y más allá de colores, cualidades o ubicaciones físicas de los mismos, ¿realmente es consciente de los mismos?.
Estoy seguro que muchos harán sus cálculos mentales al respecto, o tirarán de memoria para revivir experiencias emotivas al respecto. Pero déjenme que les indique, que los chakras y la energía kundalini que se desenvuelve a través de ellos para catapultarnos a nuevos y más excelsos horizontes de Realidad precisan de un sólido equilibrio emotivo-mental que sustente el proceso.
Si no hay paz de cuerpo, pero sobre todo de mente, aspectos más profundos de consciencia no nos serán revelados, aunque creamos que así sucede. Es la mente la que suele manipular la Realidad, estableciendo un caldo de cultivo óptimo para el ensanchamiento de los egos.
La Verdad se halla presta a sernos revelada, y depende únicamente de nosotros el que así sea. Pero no equivoquemos el camino, lo cierto es que en la quietud de la contemplación sentaremos las bases para que así suceda. No obstante, esto debe obedecer a un reflejo natural y espontáneo y no a un dominante decreto de voluntad.
Aprendamos a distinguir la voluntad mental de la espontaneidad espiritual: lo uno es rígido y lo otro flexible. Si actuamos con naturalidad, espontaneidad y flexibilidad para con nosotros y para con todo lo que nos rodea estaremos, sin duda, en el Camino del reencuentro. Nada debe mostrarse en estos términos como esquivo o distante.
Los egos suelen jactarse de su pureza buscando asociaciones con otros que considera a la altura de su supuesto estatus espiritual, de esta manera se establecen grupos cerrados y/o herméticos donde se cultivan aspectos espirituales, pero despreciando al resto de sus hermanos a los que consideran "no a la altura".
Estas tendencias energéticas son dañinas para el espíritu, puesto que se aisla del resto de sus hermanos y, por consiguiente, de su propia naturaleza, que no es otra que la del amor. Sin duda, el amor es causa, motor y propósito de nuestra creación, donde todos formamos un sincronismo perfecto y manifiesto a los ojos del Sabio que ha despertado para ser consciente de lo preciosa de la Vida.
No se aislen ustedes de su propia naturaleza, ámense, acéptense e intégrense en el conjunto vibratorio universal. Sepa que ni es más importante ni menos que el resto de sus hermanos encarnados o desencarnandos de este u otros planos más o menos excelsos vibratoriamente. Todos formamos parte de una Creación perfecta y sólo nos resta ser conscientes de ello.
Sé que se plantean dudas al respecto, pero si por un momento obviaran los pensamientos y las emociones, y se entregaran pacientemente a la práctica contemplativa donde sólo se observara sin juzgarse por hechos futuros o pretéritos y de igual manera hicieran con el resto de nuestros hermanos, entonces las certezas acallarían las inquietudes establecidas por causa de la mente.
Sólo permítanme que les recuerde que todos somos hermanos, y como tales hemos de comportarnos. Sepa que a ese a quien usted juzga y, en ocasiones, condena, no es otro que su propio hermano que, por otra parte, está perdido y requiere de tiempo para enjugar sus deudas. Pero no nos sintamos culpables si no somos capaces por momentos de ello, pues lo importante es que despertemos para ser conscientes de ello.
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Se suele decir que las circunstancias modelan el carácter del individuo, pero lo cierto es que este viene siendo cincelado por un largo discurrir de las mismas a lo largo de un más o menos extenso periplo de encarnaciones sucesivas con sus correspondientes recesos ajenos a la carne.
Como espíritus que somos vamos adquiriendo conocimientos fruto del discurrir vibratorio que se deriva de las distintas pruebas a las que nos sometemos en muchas y variadas circunstancias. Estas, sin duda, nos enriquecen para seguir el Camino de aprendizaje.
Todo discurre para evolucionar, por más que nuestra mente interprete lo contrario, o siquiera un leve estancamiento, la verdad es que esto nunca se produce. La Creación como conjunto vibratorio del que somos parte ineludible, prosigue con paso firme en un único sentido, y este no es otro que el de la evolución.
Debemos velar porque nuestro espíritu encuentre su propio Camino, establecido por otra parte, en el receso que precede a una reencarnación. Para ello debemos concienciarnos de lo que somos dentro de un vasto contingente de Realidad espiritual. Ni somos más ni menos importantes que el resto dentro del conjunto, pero si preciosos para que el discurrir del conjunto no sufra mella alguna.
Consciencia se deriva de conocimiento de nuestra propia Realidad existencial, y esto se produce cuando despertamos del letargo mental y emocional para reconocernos por entre la espesa maraña de la ilusión carnal. Ni somos este cuerpo, ni estos condicionamientos mentales, ni estas emociones que por momentos pueden embargarnos, ¡no!, más allá de todo esto se encuentra la Verdad.
La Verdad ni está lejos ni está cerca, ni desde luego se trata de una quimera, lo cierto es que la misma se halla en nuestro interior, en lo más profundo de nuestro Ser. Esta no se conoce por otros, tampoco se la puede poseer. De hecho, los sabios que se han liberado de la ilusión para alcanzar el divino tesoro, la observan, la reconocen, pero no la toman para sí mismos, sino que la veneran bajo el silencio del despertar a la Vida.
La Vida obedece al despertar por el conocimiento de la Verdad, es cuando el Sabio, fruto de su constante y desinteresado periplo contemplativo, abre por fin los ojos para observar la Realidad. Es entonces que la Luz del entendimiento le alcanza para no abandonarle más. Estará listo entonces para abandonar la rueda de la vida carnal y, disponerse a otros menesteres de mayor calado vibratorio.
Existen muchos mundos con distintos y variados estadios vibratorios, que son apropiados para que distintos espíritus vayan tomando carne a propósito del discurrir evolutivo. No obviemos esta realidad, todo el universo es mental y ha sido dispuesto como una ilusión necesaria como campo de pruebas para que podamos evolucionar. Ahora bien, cuando el conocimiento se nos revela, el espíritu debe proseguir por otros lares lejos de esta irrealidad tan necesaria como ciertamente ilusoria.
Por esto, como espíritus debemos identificar el Camino, que nos conduzca a la Verdad para así ganar la Vida. Esto ineludiblemente nos hará abrazar la Luz del despertar espiritual. Meditemos para ello contemplando apaciblemente las energías que nos rodean. Seamos capaces de observar como nuestro espíritu se mueve por entre éstas, pero eso sí, no reaccionemos ante estos estímulos, que por otra parte no obedecen a Realidad alguna.
Para los menos avezados, empecemos por identificar el Camino por entre innumerables alternativas prestas a confundirnos como parte de la ilusión mental de este mundo. Meditemos contemplativamente como observadores desapegados y entregados, que antes o después, todo se andará. Esté seguro de ello.
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Para muchos la luz de un nuevo amanecer se adivina en el horizonte...
"Todos los anhelos, todas las expectativas, todos los ruegos, todas las esperanzas, todos los deseos, todos los sentimientos, todas las emociones y todos los pensamientos obedecen a la finalidad de una ilusión perfectamente orquestada para que vuestro espíritu se someta a la tan necesaria probatura que os conduzca a la libertad en el conocimiento de las energías que conformaN la Creación".
"Todos somos espíritu, solo que en diferentes estadios evolutivos de conocimiento de las energías. La Creación en su conjunto obedece a un vasto y extenso cúmulo de vibraciones que interaccionan constantemente para darle sentido al conjunto. Todo se mueve con la finalidad del crecimiento evolutivo".
"Llegado cierto momento, el espíritu alcanza cierta dosis de Realidad que le hace tomar consciencia del conjunto y, este es un instante vital en su crecimiento, pues ahora puede observar e interpretar con cierta libertad lo que representa dentro del conjunto vibratorio universal. Se toma consciencia colectiva, ya que la mente comienza a perder peso para ganarlo el espíritu".
"Para despertar en consciencia a la Realidad del espíritu y así poder interpretar el discurrir natural y espontáneo de las energías vibratorias que conforman la Creación se requiere de la observación contemplativa a través de la meditación entregada y desinteresada. Todo sucede sin más, la espontaneidad debe ser el desencadenante de los acontecimientos sin que la mente y las emociones los manipulen para adulterarlos".
"Hermanos, sosiego y paz deben ser compañeros de viaje, así como integridad y respeto hacia vosotros y hacia aquellos que os rodean. Todo sucede por una necesidad vibratoria que en la mayor parte de los casos se escapa a la limitada lógica mental, por tanto, sed observadores desinteresados de los acontecimientos. Los apegos deben quedar definitivamente superados para poder avanzar en El Camino".
"Sed conscientes de que todos y cada uno de los espíritus que conformamos la Creación tenemos una importancia capital para que el conjunto cobre sentido. No sobra ni falta una pieza, y todo obedece a un sincronismo manifiestamente espontáneo y natural. Así, amarse y respetarse a uno mismo y al resto de los espíritus de la Creación es una condición sine qua non para que llegados a este punto el proceso de conscienciación se magnifique".
"Cuando seáis capaces de observar sin reaccionar ante todo estímulo mental o emocional, entonces estaréis listos para amaros y amar al resto de vuestros hermanos sin emitir juicios de valor. Sólo debéis seguir el Camino que a los ojos de un espíritu medianamente despierto se muestra diáfano a la observación e interpretación".
"Ahora mismo las palabras sobran, meditad lo que sois dentro de la Creación. Quedad en paz..."
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