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miércoles, 27 de junio de 2012

LA AUTOMAESTRÍA COMO PRINCIPIO DE LA PRÁCTICA CONTEMPLATIVA

YO SOY MI PROPIO MAESTRO.


Fotografía de la Vía Láctea desde el Valle de Ucanca En Tenerife (España)


   En estos días de cambios vibratorios patentes en el planeta, muchos que llevan años en la búsqueda y debido a estas tendencias energéticas de evolución espiritual, padecen reveses o sinsabores en la vida que por momentos les llevan a confusión.


   Son momentos, sin duda, para la interiorización, para mirar hacia adentro sin miedos y sin peros. La búsqueda ya no llena en modo alguno a aquellos que se apoyan en maestros o consejeros de lo espiritual. ¡No!, ha llegado el tiempo en que hemos de ser nuestros propios maestros.


   Nadie debe supeditar su aprendizaje, su camino, su vida a la servidumbre de un mal llamado maestro o gurú espiritual. Todos debemos ser conscientes de nuestra propia naturaleza divina, y desde una actitud de entrega desinteresada hemos de profundizar en el reconocimiento de la Verdad.


   El conocimiento de la Verdad no es patrimonio de nadie, todos hemos de ser partícipes de la misma, y esto pasa indefectiblemente por la entrega contemplativa. Para este fin no necesitamos de prácticas especiales, de dietas extremas, de ritos o prácticas extrañas. No se confundan, porque la Verdad es clara y diáfana para el buscador que se entrega a ella sin cortapisas mentales.


   El que se erija en maestro, en verdad que distará un universo de serlo, pues la maestría es la puerta abierta de los cielos del entendimiento espiritual. Y, sin duda, esta no conoce de nombres o apellidos. Sólo entregándonos con amor y renunciando con humildad, la práctica contemplativa nos adentrará en el reconocimiento de la Verdad.


   Deje de encumbrar a otros por su supuesta sabiduría o destreza espiritual, y mírese a usted mismo con simpleza y claridad. ¿Cree usted que es menos que el resto?. ¿Acaso existe algo imposible para un espíritu despierto o iluminado?. Deje los lamentos y los peros a un lado, observe pacientemente el devenir de los movimientos mentales como un observador desapegado. Sólo contemple sin reaccionar. Aprenda a ser un testigo desapegado de este juego que es la vida carnal.


   Si observa y sigue observando sin reaccionar, la observación se tornará en vivencia espiritual. Conozca a su propio ser, entienda que esa carne que usted posee no es tal, entienda que la mente le ha venido gobernando hasta ahora presa de las distintas tendencias vibratorias que pululan por doquier para arrastrarle a la ignorancia.


   Sepa, entienda, reconozca tras la práctica contemplativa que ni es mente, ni cuerpo, sólo espíritu. Pero este se manifiesta sólo cuando el silencio del presente se hace patente en su vida. Más allá de esto sólo vivirá un ilusión rocambolesca que le mantendrá confuso e ignorante del devenir espiritual de la Creación.


   El que aprende a mirar hacia adentro sin poner atención en los movimientos mentales o físicos y, sobre todo, aprende a no reaccionar ante estos estímulos, en verdad que estará en el camino. Y es cuestión de tiempo que la Verdad se manifieste para que el entendimiento establezca el principio de automaestría en él.


   Debemos ser en estos tiempos maestros de nuestro propio devenir, nada ni nadie debe confundirnos, pues  la Verdad será ya parte nuestra. Por tanto, preguntas y respuestas irán de la mano para no distinguirse las unas de las otras. ¿Quién necesitará entonces de consejos de maestros o gurús?.


   El tiempo ha llegado, ya está aquí, deje de buscar, deje de pensar que ha de hacer, y sólo hágalo...
Entréguese a la práctica contemplativa, pues de ahí sólo Verdad obtendrá. Este es el camino. Un camino que se nos presenta para que nos adentremos en él sin miedos. ¿Lo emprenderá usted o seguirá buscando.....?.

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